martes, 31 de marzo de 2015

Whatsapp

Despertar, bajar al salón, encender el wifi, encender el móvil, comprobar las notificaciones, mensajes, visitas,entradas, etecés, descubrir que durante la noche, mi whatsapp que me ama me ha añadido una pestaña llamada "llamadas" para evitarme el tener que compartir tropecientas veces ningún mensaje sospechoso con nadie, ilusionarme con la idea de que ahora que las llamadas son gratis, sí que todo el mundo me va a llamar por fin, recordar que no soy de esa clase de personas a las que les gusta que todo el mundo la esté llamando a todas horas, sentir alivio al caer en la cuenta de que por muy gratis que pongan las llamadas la gente no se va a  poner a llamarme ahora, sería raro, cerrar el paréntesis whatsapp, seguir con el resto de la mañana.

lunes, 30 de marzo de 2015

De tintes y pelirrojos

El fenotipo de pelo rojo es causado por la mutación del gen MC1R. Menos del 2% de la población mundial es pelirroja. Los pelirrojos son más propensos a los cánceres de piel y más resistentes al dolor. En algunas culturas se decía que los pelirrojos como los gatos negros y los viernes 13 traían mala suerte y por ello incluso se les asesinaba. Adolf Hitler quiso acabar con los pelirrojos. Grandes personajes bíblicos como Eva, Caín y Judas han sido considerados pelirrojos. Se dice de los pelirrojos que tienen mal carácter, que son agresivos, violentos blablabla pero que son sexualmente activos mmm.


Pese a ser los dos morenos, papá y mamá eran portadores sin saberlo del gen recesivo pelirrojo. Y por culpa de Mendel y de sus teorías, así nací yo. Pelirroja. 


Lo que peor se lleva de ser pelirrojo es ser pelirrojo. Por ejemplo, cuando eres pelirrojo, todo el mundo hace hincapié en el hecho de que eres pelirrojo desde los ¡eres pelirrojo! hasta los casos extremos de duda existencial en plan ¿eres pelirrojo? Aunque también es cierto que a los pelirrojos nos molesta muchísimo el intrusismo que existe en nuestro sector pues por culpa de ello, solemos ser objetos de minuciosos exámenes oculares de la ceja y demás vellos públicos para cerciorarse de que no somos fakes sino auténticos pelirrojos. 

Cuando eres pelirrojo se da por hecho de que tienes un fuerte carácter, (y que eres sexualmente activo) que es cierto que lo tienes (y que lo eres mmm), pero que la gente prevea que tienes un fuerte carácter resta una gran parte de espontaneidad a tus reacciones y llega el momento en que te ves forzado a forzar el fuerte carácter por inercia (lo otro no se fuerza, sale natural mmm).

Así que hay veces en que se cansa uno de ser pelirrojo, no por el maravilloso color de tu pelo sino porque es mentalmente agotador ser pelirrojo. Y en esos casos nada como un buen tinte. Esta vez castaña. Las castañas siempre me han parecido personas muy dulces. Y me encanta. 

Y como le he dicho a mi marido, te has levantado con una rubia y te vas a acostar con una castaña, a lo que me ha contestado, ojalá fuera así.
Jo.


domingo, 29 de marzo de 2015

Saturday I'm in love

(O de cambios de hora)




Sábado 16 de diciembre de 2000. El cumpleaños de mi prima Ana. Estamos todos en Nivel 5. Nivel 5 es nuestra discoteca de los sábados noche, nuestro discopub, con sus luces fluorescentes de neón adornando las paredes, sus dos barras, una disco directamente sacada de los ochenta, de una peli de hombreras y de flequillos cardados, o de una de Bigas Luna, por eso de que en provincia todo llega con retraso. Pero a nosotros nos da igual, es nuestra disco, la nuestra propia, Nivel 5, La Alfoquía, Zurgena. Tenemos hasta nuestro propio DJ, Blas, de Olula, y nuestro propio himno, el Mariachi Total. 

Esta noche es el cumpleaños de mi prima, estamos la delegación arboleana al completo, y ya son las tantas, la noche toca a su fin, pero entonces alguien avisa de que no hay que olvidarse de cambiar los relojes, que lo han dicho en las noticias, que hay que atrasarlos una hora, así que obedecemos todos y atrasamos los relojes una hora, tenemos una hora más de fiesta, explosión de júbilo, hay que celebrarlo, ¡Blas!, ponte el Mariachi Total.

Domingo 17 de diciembre de 2000. Ya queda menos para el final del milenio. 
- ¿Cuándo pensáis levantaros??? La mesa ya está puesta.
- ¿Y cómo tanto??

Consultamos el reloj, bajamos al comedor. En la tele hay algo que no va. Al mundo entero parece habérsele ido un poco la pinza, porque por primera vez en años, el siempre tan cumplidor se ha olvidado retrasar una hora los relojes. Tal vez esa sea la señal definitiva de que este año toque ya en serio lo  del fin del mundo. 

sábado, 28 de marzo de 2015

De víruses

Ese plural de virus no existe. Aunque es bonito. A mí personalmente me gusta más que el otro. Pero no lo busquéis. 
Soy filóloga, yo puedo hacerlo. 
No, realmente no puedo. Y no sé hasta qué punto contraviene el código deontológico de los filólogos. 
Pero puedo escribirlo. Físicamente  estoy capacitada para ello. 
En eso se basa el principio de la diferencia entre el "can" y el "may". 
(Siempre he envidiado los teoremas y los principios matemáticos, en cuanto a concepto me refiero; el contenido es el mismo blablabla rollazo de siempre) 
Tal vez os haya mencionado ya en alguna ocasión a Sor Miriam, la directora del colegio Jeanne d'Arc, y también mi primera profesora de inglés. Ella fue como aquel que dice uno de los artífices de que quisiera estudiar inglés.  Ella y las canciones de Madonna. Y Morten Harket.
El caso es que Sor Miriam nos enseñó dos cosas fundamentales. Una de ellas la diferencia entre el "can" y el "may" con aquella anécdota de una sobrina suya que estando en Inglaterra le preguntó a la casera: 
- Can I smoke?
- Yes you can but you may not.
La otra y que no he conseguido corregir desde entonces fue a pronunciar el "can't" a lo francés, a lo "quant" o "kant". El cual suena desgraciadamente muy parecido a "cunt", que es coño o zorra en inglés. Sí. Una monja me enseñó a pronunciar "no puedo" a lo coño. Cosas más extrañas suceden más a menudo por otra parte. 

Y cuando ya me preparaba para irme de vacances, con todo el estrés añadido de las despedidas que ello supone, no os imagináis lo retorcido que llegan a plantearse las despedidas algunas personas, es delirante, algún día os contaré, pero para resumir, estaba yo en ello cuando plof, un virus me ha postrado durante día y medio y me ha dejado tan floja que la verdad es que ni me he enterado de viernes de Dolores.

Lo malo de los víruses es tener que decirles a los compañeros que te encuentras mal porque un virus intestinal  te tiene secuestrado el estómago, vamos, que estás con- que te estás- que tienes- joooo, y que tú en el insti no piensas hacer esas cosas porque tu código ético-moral te lo impide, vamos, once años que llevaba aquí, que claro que para lo que me queda en el convento, me podría, y mira tú, literalmente, a lo bestia, pero que no, me niego, mi cuerpo se niega, no puede, prefiere reventar, va en contra del código ético-moral de mi cuerpo, claro que podría recurrir a uno de los cuatro cuartos de baño secretos que hay esparcidos en el centro, (¡hay cuatro cuartos de baño secretos y sólo he visto tres de ellos!!! ¿dónde está el cuarto?? ¿me podré ir de Macael sin conocer cada uno de los rincones secretos del centro??? cuánto estrés) y suplicar a los detentores de las cuatro llaves mágicas de los cuatro cuartos de baño secretos que me dejaran una, tengo mis métodos, pero es que eso de violar santuarios no va conmigo,
así que jo qué mal. 

Lo bueno de los víruses es que te dejan tan grogui que no te enteras de nada durante día y medio, y eso cuando se sufre mucho por todo como una servidora es un bálsamo, una situación idílica, casi una bendición.


¡¡Feliz Semana Santa a todos!! ;P

miércoles, 25 de marzo de 2015

Evaluaciones

Aburrirse en casa nivel llegar media hora antes al insti (desierto) (ayer).

Wasapear nivel llegar con la hora pegada al culo, a uuuuffff kilómetros por hora por la autovía en obras, con olor a salchicha (de sobre y a la plancha), sin haber tomado un mísero café y sin haberse siquiera lavado los dientes. Con deciros... (hoy) (desastre)

Miércoles

Y la lluvia que llevaba cayendo siete días y siete noches, y los nimbos que habían tomado por la fuerza el horizonte circular del valle, y el batallón de nubes infantes que ayer mismo descendía por la ladera de las sierras con su manto de niebla hecha de gasa de agua, todo quedó disuelto en un instante. 


Dedicado al rayo de sol que ha salido a las 10:39 del día de hoy; después de una semana de lluvia, ¿estará escampando por fin?

Evaluaciones

Mis últimas sesiones de evaluación en Macael.

Esas sesiones que te tenían comiendo toda una semana a la tragaldabas sin tiempo para echarte una siesta, que luego se estiraban hasta el infinito y que te echaban a la carretera de noche y con la cabeza embotá,  esas sesiones de las que llevo toda la vida quejándome, y de qué no me quejo yo, pues ahora que esas evaluaciones tocan a su fin, la verdad es que me da un no sé qué.


domingo, 22 de marzo de 2015

La bañera

Había vuelto pronto a casa. Era sábado, no tenía nada que hacer y esa noche no tenía plan. Hacía frío y estaba lloviendo, se iban haciendo viejos, habían prometido dejarlo para las noches de primavera.

Cerró el pestillo del cuarto de baño y abrió el grifo de la bañera. Cuando empezó a salir caliente, tapó el desagüe y dejó que se llenara. Mientras tomaban café, había tenido el antojo de un baño, echarse una copa de rioja y ver alguna peli. Se desnudó, dejó la ropa sobre el inodoro y se metió en el agua caliente y transparente. Encima del lavabo el teléfono vibró. Ya no se ponía nerviosa cuando sonaba, ya no corría al móvil a ver si era él. Desde que ya no era él nunca. Había sido como amputarle la mitad del cuerpo. Pensó que moriría casi. Ahora descubría momentos en los que ya no pensaba en él, su imagen se iba haciendo borrosa. Y había logrado asumir que el teléfono ya no vibraría nunca por él. Se deslizó hasta quedar completamente sumergida en el agua, retuvo la respiración, cerró los ojos...

Gritos. Aquí. Se irguió de golpe. Silencio. Los gritos habían cesado en cuando había salido del agua. Pero los había oído. Muy cerca. Las voces la habían pillado metida en la bañera. Miró el pestillo que seguía cerrado. No había podido entrar nadie. Tal vez fuera. Alguien se había colado en el piso. El teléfono encima del lavabo. Llamar a alguien. Pasó un rato. El agua que se escurría por el pelo estaba fría y le goteaba por la espalda. Tenía que volver a sumergirse para quitarse el frío. El piso seguía en silencio. Se sumergió de nuevo lentamente hasta meterse entera en el agua. Gritos. Los mismos que antes. Tan cercanos que las voces podrían estar ahora mismo en el cuarto de baño junto a ella de ser eso posible. Pero aquello era imposible. Astrofísicamente imposible. Debía ser otra cosa. Intentó entender lo que decían los gritos. Eran reproches, la voz de una mujer, estaba cabreada, sollozaba. ¿A quién chillaba? No lograba oír la otra voz. Se sentó de nuevo en la bañera, los gritos se callaron. No había nadie más en el cuarto, ni en el pasillo, ni en el piso. Los gritos procedían del interior de la bañera, las voces estaban en el agua. El móvil volvió a vibrar encima del lavabo. Pero no era él así que esperaran. Se sumergió dejando la boca y la nariz fuera del agua. Un portazo. Gritos. Sollozos. Lamentos de una mujer. No sabía quién era pero le dio pena. Al llanto se superpuso el murmullo de gente hablando. Al sonar la música de los anuncios, supo que era una tele. Oyó voces infantiles y la de un hombre. Era una familia, estaban viendo la tele. Percibió unos tacones. No era sólo un par, eran varios pares de tacones. De un lado a otro, se las imaginó como unas gallinas correteando con mucha prisa por un corral, de un lado a otro, taconeando por todo el suelo del piso. Las gallinas se preparaban para salir. Se oía música de fondo y risas, pero por encima de todo, tacones.

Y las cacofonías de los llantos, de la tele, de las risas, de los tacones, de las voces, de los murmullos, de los cubiertos en la mesa, de los vaivenes en la cama se fueron uniendo debajo del agua en una sinfonía urbana de un sábado por la noche. Los ruidos que ya había adivinado que procedían de cada uno de los pisos del edificio y que se habían colado en su bañera parecían haberla despertado de la anestesia a bofetadas de soledad. El móvil volvió a vibrar encima del lavabo mientras ella se sumergía una vez más en aquella novela coral debajo del agua. 




sábado, 21 de marzo de 2015

De madrugada

He soñado de nuevo que dejabas que te quisiera. Y con el deseo recurrente de tu cuerpo en la boca he despertado y he recordado entonces que ayer mismo me rechazabas, había sido el mismo sueño de siempre. No hubo ni habrá nunca una sola vez en que él deje que te acerques, intenta consolarme mi mente ahora desvelada y mientras me mece, vuelve a montar una a una pacientemente las piezas de dominó de una construcción tan frágil como extraña, una pieza por cada uno de los desprecios que me escupiste. 




jueves, 19 de marzo de 2015

Animals

Busco la canción. La 48 en la lista de reproducción. Un chico que quiere tirarse a una chica. La historia de siempre. Pero no es la historia lo que me interesa. Busco otra cosa. Impresiones que han quedado en la mente de algo imposible y que quiero comprobar. Suenan los primeros acordes. Cierro los ojos. Ya estoy dentro.

Tengo una costra en la comisura del labio. El labio superior. La punta de la lengua relame nerviosamente la costra hasta que consigue arrancarla. 

El volumen ahora mismo es atronador. No oigo nada más. Me pregunto si es posible que una canción te transforme en otra persona. Si es raro. Si soy normal. Si estoy loca. Que te llene de un poder que no tienes, que sientas que podrías recorrer cientos de leguas con sólo cuatro zancadas, que podrías acallarlo todo con un solo rugido, que nadie ni nada te podría volver a hacer daño. 

La punta de la lengua sigue relamiendo la herida. Siente la carne blanda y cálida que ha quedado al descubierto al caerse la costra. Le gusta relamerla.

No es sólo transformarse en otra persona. Es otra cosa, más salvaje. Un animal que se alimenta de carne. Grande y poderoso. Un animal que podría correr sin agotar nunca la energía que se le derrama por dentro. La siento. Me siento fuerte, ahora mismo sé que puedo con todo.

La carne cálida y tierna del labio se ha cuarteado al hacer una mueca la boca y ahora sabe a sangre. 

Me pregunto si las hienas dejarían de reír y si se pondrían a consolarse las unas a las otras de perder a una de ellas.

Me gusta el sabor metálico de la sangre. Me devuelve a la cordura. Me reconforta. Es un sabor tan antiguo como yo.

Tocan los últimos acordes. Vuelvo a la realidad. El león acabó devorando a la reina hiena. Pero a mí nunca me gustaron los leones. Y me repugnan las hienas. La canción acaba por fin.









miércoles, 18 de marzo de 2015

Efeméride

Mañana hará un año. Un año ya. Es imposible que haya pasado ya todo un año. Pero es así.

Esta mañana iba conduciendo en el coche, a veces la música no es suficiente para impedir que la mente quede atrapada en los pensamientos y hoy no ha sido muy distinto a tantos otros días. Será por el tiempo que hace. Está lloviendo y hace frío. Hace frío de invierno y la lluvia se presta más a los pensamientos taciturnos. Por eso prefiero el sol, el salvífico sol, que me hace sonreír quiera o no quiera. Hoy está lloviendo. El año pasado no llovía. El año pasado fue muy seco. Y mientras iba conduciendo, he tenido el pensamiento de que no podía faltar ya mucho para la fecha. Así que he abierto la guantera y he sacado el sobre que lleva ahí metido un año, con los resultados. Mañana hará un año de la mamografía. De aquel señor que me dijo que no era grave pero que tenía que ir cuanto antes a mi ginecólogo. De aquel mal diagnóstico que me golpeó por sorpresa y me derrumbó por unas horas. El mismo que me descubrió que no pertenezco a los valientes. El mismo que me tuvo por unas horas cavilando a la orilla de un abismo.

Puedo recordar las horas infinitas del siguiente día en el instituto, el último sitio donde tendría que haber estado. Lo recuerdo extrañamente vacío de gente. No tendría que haber ido allí ese día, ajeno, frío e indiferente a lo que me estaba pasando. Y yo que ya me hacía muerta.

Y luego, muchas horas después, por fin la voz ronca del ginecólogo, un señor mayor gruñón que fuma como un carretero, medio gritándome que no tenía nada "¡Tú no tienes NA!" y yo agarrándome como una náufraga a sus palabras.

La noche previa a la siguiente prueba, la que iba a decirlo todo, una noche infinita en vela y en ayuno, como si de algo hubiera servido que no comiera ni durmiera. Pero es que no tengo hambre de nada porque lo único que quiero es no tener nada, sabe usted.

Y por la mañana, el viaje a Almería a solas conmigo misma. Y los ojos tontos que deciden ahora que tienen sueño. Claro que tienes sueño pero no puedes dormirte ahora hasta no saber. ¿Lo entiendes? Maldigo una y otra vez mi estirpe por hacerme tan dramática. Y me alegro de mi estirpe una y otra vez por ser tan dramática porque de no serlo, la enfermedad me pillará desprevenida y con cara de tonta. "¡No puede ser! ¿Que tengo qué?" No. A mí no me pillará por sorpresa. Yo diré valientemente lo de "Doctor, hable claro, ¿cuánto me queda?" Esa clase de pensamientos tan productivos es la que me llena la cabeza durante el trayecto. Tengo mucho sueño. Me dormiría ahora mismo.

Y luego la absurdez de todas esas pruebas, la falta de dignidad del que va a espicharla. La penumbra de la habitación. La camilla donde el celador corre  un poco del rollo de mantelillo verde que está encima de la cabecera. Desnúdese pero sólo de cintura para arriba, puede dejarse los tenis puestos, ahí tiene una silla, la doctora llegará en seguida. ¿Pero me espero a que salga usted o me quito ya la ropa??? Me siento imbécil.

Mucho después, al salir de la calle Padre Santaella, me encuentro con el sol de cara y veo a un montón de chicos a la puerta del Celia Viñas. Sí. Hace sol y debe ser la hora del recreo.  Las calles alrededor del Mercado Central están repletas de gente. Busco una cafetería por la Obispo Orberá. Me siento fuera y me pido una coca-cola. Cojo el teléfono para llamar a todo el mundo. Sonrío. Es viernes 21 de marzo, el primer día del resto de mi vida. 


martes, 17 de marzo de 2015

De guardia de biblioteca

Estaba yo tan ricamente preparándome para mi hora de guardia en la biblioteca. Saco el pinta-uñas del bolso porque esta mañana no he tenido tiempo de pintármelas y ya os dije que en todo el instituto nadie lleva pinta-uñas, así que ya me lo traigo yo de casa,

- ¿y por qué no me ha dado tiempo a pintarme las uñas esta mañana? Pues porque resulta que anoche, para hacer un favor a la niña, jugué una partida de candy crush para pasarle aquel nivel imposible segura como estaba de que era imposible que yo me enganchara a ese estúpido juego. Llevo desde anoche jugando al candy crush, Dios mío, no me critiquéis, soy digna de lástima, ¿no lo véis? Es terrible, está claro, soy una ciberludópata, ¡no puedo jugar a nada! pero me estoy desviando de la cuestión,

- estoy sentada en la mesa del profesor de la biblioteca, engancho los altavoces al ordenador, busco mi carpeta de música y ¿qué descubro pavorosamente???? Que ya no está.

Y ya van tres veces que me descargo mi música en el dichoso ordenador de las narices. Tres veces que tengo que ir taconeando hasta el coche, sacar el pen, volver taconeando a la biblioteca, meter el pen y descargar la dichosa carpeta de música. Y ¿dónde se mete? Pues eso me gustaría saber a mí. Incluso le he preguntado al señor TIC a ver si existe alguna explicación para el misterio de la desaparición de la carpeta del ordenador. Pues no. No la hay. C'est un mystère. Y eso que la última vez le puse de nombre FRANCÉS, para darle más formalidad al asunto. Ni formalidad ni nada. Esfumée.

Así que creo que esto es como lo de los calcetines, que tengo rondándome a uno de esos pequeños y cansinos bichejos que se dedica a borrarme el archivo. Ya lo sé, pero es que no hallo explicación más plausible. ¿Nunca habéis perdido un calcetín? ¿Y? Pues que no veo otro motivo. Eso o que estoy loca perdida y creo que hago cosas que luego no hago que también puede ser pero estaba tan convencida de que había guardado esa carpeta en el escritorio y no ha pasado tanto tiempo, no puedo estar tan ida de la cabeza.

Al menos espero que al igual que Clarence conseguía sus alas, este consiga pronto los cuernos y el rabo y que me deje en paz de una vez antes de volverme loca del todo.

Me voy a catequesis.

(No sin antes agotar de nuevo todas mis vidas del candycrush. Tengo un big problem. Very big)


lunes, 16 de marzo de 2015

Limerencia

De una lista fabricada por ¿alguien? de las veinte palabras más bellas de la lengua castellana, asomó la impostora limerencia.

- Protesto, su señoría, no valen palabras inventadas que ni siquiera existen. 
- ¿Y usted es?
- Filóloga, señoría, licenciada y de vocación. 
- ¿Y pretende que abra un juicio en base a?
-  Esta palabra es una impostora señoría. La lista entera es una impostura y este tribunal exige su revocación. Inmediata.
- Prosiga letrada. 
- Lejos de mí aquí la pretensión de desprestigiar a la doctora Tennov al inventarse el vocablo; su estado mental, su vocablo. De hecho yo también me los invento y es un pasatiempo de lo más ameno. Pero esta palabra no existe, es un calco, una traducción mal hecha con pereza sin ni siquiera tomarse la molestia de buscar si existía ya la denominación del susodicho estado, y este tribunal entiende que su carácter de no existencia es argumento suficiente como para desestimar su inclusión.  

Además, quien haya fabricado la lista parece haberlas sacado de un diccionario de rimas en encia: ¿limerencia? ¿efervescencia? ¿iridiscencia? ¿incandescencia? ¿elocuencia? ¿En serio? En esencia un despropósito de lista llena de subjetivas incongruencias. Arrebol es como yo digo árbol cuando voy borracha. "Me he choca- ado contera un arrebol". En cuanto a aurora, pedidle a un franchute que os pronuncie aurora. ¿en serio? ¿Os hace gracia? ¡Ya vale de reírse! 

Por todo ello, ruego a vuecencia que se retire esta pretenciosa lista o al menos que se retitule bajo el más adecuado "mi lista personal à moi  de los vocablos más molones (y en encia)". 

- Letrada, parece usted mostrar cierta displicencia hacia la lista en general y hacia la limerencia en particular.

- Su señoría, y cómo no habría de mostrarla. ¿Acaso muerte o enfermedad o luto o tristeza tan sonora como es ella por no nombrar a la innombrable podrían ser incluidas jamás en un inventario de estas características? Entonces, que alguien me explique qué hay de bonito, de hermoso o de lindo en estar desesperadamente enfermo de amor. Nada más que añadir su señoría.


Lunes

Después de las llantinas del finde, esta mañana, al llegar a Macael, ha sido muy raro. Como si ya no estuviera ahí. Como si estuviera de prestado, un elemento discordante que no encaja en el resto del decorado. Después de 11 años trabajando en el centro, hoy me he vuelto a sentir tan forastera como al principio. Creo que Macael ha empezado a dejar de pertenecerme y es una sensación incómoda y prematura. Presiento que me esperan tres meses de intensas emociones.

En fin. Yo y mis cosas. Mis cosas y yo. Como siempre.

Mi pelo y yo

No quiero parecer superficial.

Bueno, tal vez parezca fingirlo ligeramente. Pero no lo soy para nada. 

Significa ser superficial ¿sentirse insegura e indefensa ante las agresiones que les supone a los demás y que en el fondo la aterran, y querer ocultar la propia fragilidad bajo un aspecto impecable y envidiable porque prefiere despertar celos y admiración antes que la compasión y la misericordia de nadie?

Porque si eso es lo que significa ser superficial, entonces no me estaba refiriendo para nada a eso.

Mi pelo. Esta mañana. He vuelto a caer. Irremediablemente. Con la plancha. No me odiéis. No me critiquéis. Si hubieseis vuelto del fin de semana con el aspecto espeluznado con el que he amanecido esta mañana, vosotros tampoco habríais dudado en utilizar la plancha. A 230º. No me siento orgullosa. Pero me ha quedado tan bonito, liso y sedoso, que no me arrepiento de nada.


¡¡Feliz semana!!


Relatos salvajes

- ¿Qué estás viendo?
- Una peli. Es argentina.
- ¿Argentina? ¿Estás viendo una peli argentina?
- ¡Jaja! Ya sé lo que piensas, pero te digo que esta está buenísima.
- Ya. Argentina. El cine argentino es famoso en el mundo entero por sus grandes clásicos.
- Jaja. Ya estamos. Si los argentinos han dado muchas cosas buenas-
- Dime alguna.
- El tango, los asados, la pampa, mi madre. Mi madre es argentina.
- Ya está. Ya me has convencido. Y no te discutiré que Argentina es un gran país, con unos paisajes espectaculares, riquísimo en recursos naturales, y por eso, para compensarlo, Dios creó a los argentinos.
- Jaja, ¡cómo te pasas! La envidia te corroe porque todos sabemos que todo lo que sea argentino siempre es mejor. Las mujeres argentinas, la bollería argentina. 
- Acuérdate de lo que decía el pobre Miguel. "Che, si las mujeres españolas dejan que les crezcan pelos en los pezones!" 
- Jaja. Siempre me he preguntado cómo llegó a aquella conclusión. ¡Y ahora calla y déjame ver la peli!

... 

Dos horas de silencio después.

Buenísima. Grande. Cada historia más sorprendente que la anterior hasta llegar al clímax final. Una pequeña enorme obra de arte sobre la venganza. La venganza como a todos nos habría gustado al menos en una ocasión rozarla. Ineludible. 

domingo, 15 de marzo de 2015

La plañidera

Desde el viernes por la tarde llorando como una Magdalena, hecha un mar de lágrimas. 
Y lo peor es que esto no tiene pinta de que se vaya a solucionar a corto plazo. Si es que me pongo a pensar y hala, se abre el grifo.
Al final me han dado Almería. Ya sé que es exactamente lo que quería. Y no me asusta lo que me vaya a encontrar. Pero ¿y lo que me dejo? 
La última vez que me pasó algo así creo que fue en Francia, el primer septiembre que se quedaron mis padres en España y yo me volví con mis tíos. Me faltaban sólo dos cursos para acabar bachillerato. Estuve llorando durante horas, de día y de noche. Hasta que a mi tío Manolo se le hincharon las narices y me dio un ultimátum: o dejaba de llorar o me volvía para España. Aquello fue cruel aunque expeditivo. 
Esta vez sólo llevo desde el viernes. Y no tengo a nadie que me dé un ultimátum. Y el caso es que me he puesto contenta cuando me he enterado. Pero cuando he empezado a pensar en todo lo que me dejo, y que me iré y que eso no volverá nunca, y que todo se acabará en junio, pues eso. Como ahora . Venga llorar y llorar. Y la verdad es que hacer cualquier cosa en estas condiciones se hace complicado. Pero bueno.
Lo bueno es que como en casa ya están acostumbrados, me ven y ni se preocupan.  Lo malo es que conociéndome soy capaz de estar así hasta septiembre. 
Yo y mis sinsentidos. 


De todos modos, feliz domingo. 

miércoles, 11 de marzo de 2015

Alejandro

Me gusta pronunciarlo como en la canción. Alargando la sílaba "jan" y abriendo exageradamente la a. Pronunciando la erre más suave de lo normal. Y la o final redonda. A lo Lady Gaga. Me encanta. Y creo que de elegir a alguien, sería a un Alejandro para poder decírselo a todas horas. Alejandro por allí, Alejandro por allá. Siempre muy melodramático todo, claro. A lo diva.
Alejandro...






Azúcar

Ahora mismo tengo el deseo de comer algo dulce. Lo tengo desde la sobremesa. Ha surgido después de las fresas. Antes del café. Es que creo que es el único pensamiento que ha ocupado mi cabeza en toda la tarde. Ese es uno de los motivos por los cuales me cuesta resistirme a cualquier tentación. Me obsesiono con mis apetencias hasta saciarlas... Algo dulce. Azúcar. Con sabor a fresa o a frutas. No. Mejor vainilla. La vainilla me vuelve loca. Desde siempre. O nata. Nata montada. Está tan rica. Creo que pocas cosas satisfacen tanto mi gula como llenarme la boca de nata montada. Por algún motivo no consigo fantasear con chocolate ahora mismo. Será que... no sé. Lo que sí sé es que hoy voy a ser fuerte y no voy a ceder al chantaje de mis apetitos. Y sólo conozco tres maneras de vencer a la tentación. Un cigarrillo o una copa de vino. ... 

martes, 10 de marzo de 2015

Lecturas prohibidas

Ya os he hablado de "La bicyclette bleue" de mi madre y su obsesión por evitarnos cualquier contacto con la pornografía. 

En el fondo es peor prohibir. Prohibir es desatar la imaginación.

Y además no necesitaba leer ni "La bicyclette bleue" ni "Las 50 sombras de Grey". Yo leía mitología. Comprada por mis padres. Es que la niña está estudiando latín, sus profesores están encantados con ella y le gusta mucho la cultura grecorromana. No sé si mis padres tuvieron alguna vez conciencia de lo que mis ojos devoraban con ávida curiosidad escondida tras las cubiertas de mis libros sobre mitología. 

Bacanales, saturnales, orgías, llamadlo como queráis, lo cierto es que aprendí que no existe ninguna forma de amor ni de sexo imposible por muy descabellada que parezca. Está todo en la imaginación que se le quiera echar al asunto.

Pero contársela a niños es harina de otro costal. Y no me llaméis depravada que fueron ellas las que eligieron el libro de cuentos mitológicos eso sí con dibujos muy cándidos. Y lo cierto es que hasta ahora había logrado esquivar las aventuras de Zeus que como todo el mundo sabe andaba más enamorao que el burro del tío Bojas. Pero es que anoche tocó el cuento de Pasífae, la mujer de Minos, la que le pidió a Dédalo que le hiciera un disfraz de vaca para poder montárselo para pasearse con  el toro blanco de su marido del que se había enamorado. Y todos sabemos cómo acabó aquello.

Creo que el truco está en leer con naturalidad. Por muy truculento que sea lo que se lee, todo está en la naturalidad con la que se lee. 



Eso sí, y muchos recuerdos...

El talismán

(conversando y tal...)

- Pues que creo que ya no tengo depresión.
- Mira qué bien. ¿Desde cuándo?
- Desde esta mañana. Se ha esfumado, fus, envolée.
- ¿Cuánto te ha durado?
- Una semana.
- Pues ha sido cortita.
- Menos mal. Esto de tener depresión era insoportable; todo el día con llanteras, el dolor en las cervicales, el insomnio, la tristeza, esperpéntico. Me estaba planteando incluso ir a un psiquiatra. Si no fuera por el miedo que tengo a engancharme a los ansiolíticos.
- ...
- Y he hablado con mi tía. 
- ¿Y qué tal?
- Pues que tuvo la menopausia con 49 años así que genéticamente es altamente improbable que haya sufrido un episodio de menopausia prematura.
- ...
- Y luego he pensado que podía ser por no comer.
- Cierto. Cuando no comes no hay quien te aguante.
- Ya. Pero no estaba agresiva. Estaba deprimida.
- La comunión, la mudanza, estás pasando por una época de mucho estrés.
- ...
- ...
- ¿Crees en los talismanes?
- Bueeeenooooseeehhhh, no, la verdad es que no.
- ¿No crees en objetos capaces de absorber las energías negativas, de repeler el mal, de crear un halo de protección alrededor de quien lo porta?
- ...
- Creo que ha sido el anillo.
- ...
- Mi anillo. ¿No te acuerdas de que me lo dejé en casa de mis padres cuando me probé mis guantes de comunión?
- Cierto.
- Eso fue justo antes del puente que fue cuando empezó la tristeza. ¿Y no te parece mucha casualidad que al recuperarlo ayer, de la noche a la mañana se haya esfumado mi depresión?
- ...
- ...
- Estás más pallá que pacá.
- Lo sé.

viernes, 6 de marzo de 2015

Por Sabina

Quiero ser tu Sabina, escribirte baladas, dedicarte coplillas de las que canturreáis entre risas tú y tus amigas cuando salís de marcha, de las que luego escuchas a solas en el cuarto con el corazón empalmado pensando que hablan de tu vida más que de ninguna; quiero cantarte una canción de esas para poder decirte a través del micro con un cigarro colgando de la comisura y la guitarra en el regazo, va por ti, princesa.


Quiero ser tu Sabina y que me escuches y que lo flipes, no quiero enamorarte, no quiero amores imposibles, sólo quiero que me mires y que te guste que te toque, que como una groupie enloquecida me tires las bragas y al final del concierto te me acerques y me hagas una proposición indecente de las que acaban en un callejón entre dos contenedores, seré rápido, no te desnudes, harto como estoy de aguantar la esquina por la que espero a que pases cada mañana, te observo y te rezo sin que tú sepas siquiera que existo, que siento, que soy. 


Quiero ser tu Sabina y cantarte baladas, para que te obsesiones con la textura de mi lengua y el olor de mi barba a café y a tabaco, para que maquines cómo acorralarme en un rincón a media luz a media sombra que me deje ver cómo me comes la boca, que vivas condenada a despertar sin mí después de soñar cómo te lo montabas conmigo anoche, como yo cada tarde, insomne tirado en la cama con las persianas corridas y las sábanas sacudidas a polvos artificiales, contemplando como un imbécil la foto que tienes puesta de perfil en el whatsapp y que mirándome a los ojos sonríe.

jueves, 5 de marzo de 2015

L'épave

Estoy roto. Hago agua. Ayúdame. Sólo tú puedes hacerlo. Tú, mi mar en calma donde sujetar mis tormentas, tú, mi playa de arena blanca donde arrojar mis despojos. Qué fue de aquel navío me preguntas. No lo sé. Si tuviera fuerza tan sólo para recordar el cuándo y el porqué. Me han roto. Me han roto. Ahora sólo necesito descansar, tumbarme y descansar en tu orilla de aguasal. 

miércoles, 4 de marzo de 2015

De cenitas frugales

Con esto de la comunión de la niña, de los cambios por llegar, de la falta de tiempo, en fin, con tanto lío, ya me entendéis, esta noche no me apetecía cenar nada. Pero claro, algo tienes que cenar. Porque anoche no cené, y así me he desvelado, en mitad de la noche, e imposible volver a dormirme. No sólo hambrienta sino también muerta de sueño todo el día. Hay que cenar porque si no, no haces nada. Es contraproducente. Cinco comidas al día es lo que hay. Miro en el frigo. Una crema de lo que sea. Hace calor. No me apetece. Miro en la despensa. Naranjas de mi pueblo y manzanas. Ambrosía. Están muy ricas. Me decanto por una manzana. Pero es un poco triste cenar sólo una manzana. Así que la he adornado un poco. La he cortado en cuadritos, eso sí, sin quitarle la piel. La piel en una manzana es fundamental. Casi más que lo de dentro. Ahí es donde lleva la pectina. Así que por favor, no peléis las manzanas nunca. Se lava muy muy bien para quitar las toxinas y los productos y se come toda. Toda. En cuadritos. Y le he echado un poco de Cointreau. Unas gotitas. Un chorreoncico. Bueno, no sé cuánto Cointreau le he echado porque el cuenco era pequeño y lo tapaban todo los trocitos de manzana. Pero estaba muy rica. Y ahora estoy pffffff bien. Bien bien bien. Satisfecha. Creo que al final he hecho bien en escoger la manzana. ¿Sonrisa? Shiiiii. ¡¡¡Besitos de buenas noches!!! :)))

Pandiculando

Acabo de librar una dura batalla contra un mínimo común múltiplo. Yo. Moi. Nivel tercero de primaria.

Varios vecinos necesitan comprar detergente y suavizante. Observa las ofertas: 
detergente: 3x1
suavizante: 2x1
¿Cuántos se deben juntar para que salga más barato?

Blablabla. Y la niña, claro, se cree ahora que su madre es tonta. Políglota que es su madre, pero como no controla los mínimos comunes múltiplos pues es tonta. Yo las ofertas las compro para mí, yo solita, no voy montando asambleas vecinales para comprar detergentes, y sinceramente tampoco conozco a seis vecinos con los que ir juntitos a comprar al mercadona ni estoy metida en ninguna cooperativa. 

Uuufff. Cómo me agotan estos planteamientos. Ni siquiera tienen la decencia de llamarlo múltiple. No vaya a ser que los genios matemáticos hispanohablantes se pierdan en el contexto. 

Pero ¿sabéis qué? Me la sopla. Me la trae al pairo. Me pandiculo con el mínimo común múltiplo. Sí. Definitivamente acabo de darme cuenta de que el mínimo común multiplo me produce una pandiculación extrema y muy muy placentera. Ummm. Qué gusto.

¿A mí con esas?? ¡JA!

The village

- ¿Que os venís el año que viene? ¡Qué bien!-
Miro su cara. Parece sincera. Incluso sonríe. La que acaba de manifestar su agrado por la noticia de nuestra futura mudanza es la vecina de al lado, la madre de Martita, la amiga que las niñas se echaron este verano, la que se sentó con ellas en mi sofá a ver Frozen en mi tele, desterrándome a la mesa del comedor y que acaba de llevarse a las dos no sé dónde con una caterva de niños que tocan más o menos a dos o tres por portal, la misma vecina cuyo marido quita el coche de delante de mi casa cada vez que venimos para que tengamos donde aparcar y sin necesidad de poner ni vado ni nada. El mismo marido que justo llega en ese momento con su bici de competición y unos pantalones ciclistas que hacen que mire automáticamente hacia otro lado, el mismo que al ser informado de nuestra mudanza también parece alegrarse. Pongo mi cara de señora educada con cierto grado de timidez a la que agrada que su futura mudanza agrade a sus vecinos. Entro y salgo y me encuentro a otra vecina, la madre de los dos rubiales, (sí, siempre procuro controlar a cada uno de los habitantes de las zonas en las que me albergo, llamadlo talento natural, don, o como queráis) la cual a su vez me saluda con una sonrisa. De nuevo pongo mi cara de señora educada con cierto grado de timidez, adivinando que la misma ha sido informada de nuestra futura mudanza.

Yo. Moi. La que no hace falta que os describa porque más o menos ya me vais conociendo. Formando parte de una comunidad  de vecinos normales, cordiales y educados de los que charlan por encima de los muros de los patios, con niños normales, alegres y ruidosos que forman esas pandillas que están todo el día en la calle jugando a la pelota y dando vueltas al vecindario con sus bicis, de madres normales, agradables y preocupadas por rebajar esos kilillos de más y por llevar a clases de inglés a los niños, de las que comparten cafés y recetas. Yo, moi, una más, ahí metida en esa composición coral, condenada por fin a esforzarme a ser normal. Yo, moi, normal, por fin... Es raro. 


martes, 3 de marzo de 2015

Puente de Andalucía

El jueves por la tarde, ya al caer la noche, sobre las seis y media, el viento dejó de soplar de pronto y al salir a la calle, la gente se quitó las chaquetas, consintiendo el hecho de que había llegado la primavera con tres semanas de adelanto, cosa por otra parte no poco habitual aquí.

Y hasta aquí puedo escribir sobre estos seis largos días. Y sus noches. Aunque es cierto que el otro día garabateé algunas frases en un folio que doblé y metí en el bolso. Os sorprendería la cantidad de folios garabateados y doblados que caben en él. Pero sé que no es el momento de transcribirlo.

¿Qué pasó este puente? Lo habitual sería que no me costara nada disfrazar el mundo con palabras, adornarlo, pintarlo a mi antojo, o más fácil aún, inventarlo. Pero hoy no puedo. En la superficie no ocurrió nada. Nada sustancial. Todo transcurrió en aparente calma. En apariencia no cambió nada.

Mientras pasa, me dedico a colgar fotos. Colgar fotos en el blog como forma de fingir normalidad cuando todo es caos y fluctuaciones. Así soy yo.

¡¡Feliz semana!!

Niebla