sábado, 29 de noviembre de 2014

Black Friday II

Última hora del viernes por fin.
Llegar hasta este momento ha sido menos duro de lo que temía. Primero de bachillerato. Les matières et les heures. Repaso.
Y lo que hablan los condenaos. Que les tenga que llamar la atención es un poco strong. Por más que sea última hora de un viernes. No me va a quedar más remedio que decirles algo. Con lo poco que me apetece echar la bulla. Bastante he chillado ya por hoy.
Hubo un tiempo en que chillaba mucho más. Era el Sargento Hartman de los pasillos del instituto. Y un día dejé de hacerlo. Pero hoy he chillado. Sin más remedio. Ese niñato tiene el talento de saber cómo tocarme los cojones. Y ahora me duele la garganta y me arrepiento.
Eso parecía la luz roja de un láser sobre la pizarra vileda que estoy llenando con matières. Sólo puede ser una alucinación producto de la falta de sueño. Porque por un gin-tonic no va a ser. Llevo prácticamente veinte años consumiendo gin-tonics (el clásico beefeater tónica schweppes rodaja de limón y punto).
No es ninguna alucinación. Me están persiguiendo la mano que escribe con un puntero láser. ¿Qué hago? ¿Me cabreo? ¿Los ignoro? Venga nenes, ¿quién es el del láser? Me doy la vuelta. Entre risotadas algunos de mis nenes de 16 y 17 años me señalan al posible culpable que me mira con su carita de siempre desde la primera fila. Oh. Serán bordes. Ya sé que nunca será el chico más popular pero por qué la tienen que emprender siempre con el angelico. Lo miro, me mira, no parece entender nada. Pobretico. Amenazo a los cuatro presuntos culpables de siempre con demandarlos si me dejan ciega y les pido que se dejen de tonterías. Pero en cuanto me doy la vuelta, sigue el cachondeo, las risotadas y el dichoso puntero. Me doy la vuelta de nuevo. Y por fin la veo. Sobre la mochila de mi carita de ángel lo que parece una pistola de juguete pequeña.
- Esconde tu pistola Juan Carlos... Nunca pensé que llegaría a decirte algo así.
Creo que es así como lo expreso porque de pronto dos de mis alumnas se dan cuenta de lo que acabo de decir, e ipso facto me doy cuenta yo también. Y ya no hay quien lo controle. Así que con resignación me acerco a la pistola. Mi carita de good guy me dice con un hilito de voz que no le dé al gatillo. Pero cuando tienes una pistola de juguete en la mano sólo puedes darle al gatillo. AÏE. Calambrazo. Dolor en el dedo. Algunos nenes acaban de rodar por el suelo presa de la risa. Evitaré otras expresiones un tanto más strong, pero me doy cuenta de que mi carita de good guy me la acaba de dar con queso.
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Feliz Saturday!!


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