martes, 29 de abril de 2014

El Club de las Bridget Jones VI

Tóxico

¿Dónde está mi punch, mi swag, mi flow??? Mejor dejamos el tema porque estoy a un pinchazo de estallar en un flow de lágrimas... He perdido mi flow... (Y era en ese preciso momento en el que su voz alcanzaba su cota de agudo más alta cuando únicamente parecía frágil).


Olvidémonos del swag y del flow. El tema de gran envergadura de hoy ha sido que esta mañana me he quedado sin desayunar. Y tenía hambre. Y no soporto tener hambre. Incluso cuando es un hambre autoinfligida.

Pero por algún tipo de conexión extrasensorial, Mónica, mi Mónica del Club, aparte que le encantan los lunes, ha aparecido hoy por el facebook. Y he tenido que contarle lo del desayuno. Y animada por su apoyo facebookiano, he hecho lo único que se puede hacer en estos casos extremos en los que una se queda sin desayunar. Recurrir a Mamá y a mi hermana. Porque en estos asuntos realmente las únicas que sabemos escucharnos somos nosotras. Y Dios sabe que he aguantado todo lo que he podido para evitar someter a semejante estrés a Mamá y a mi hermana. Pero es que me he quedado sin desayunar esta mañana. Y entendedme. Nadie sabe el estrés que me genera el hambre inopinada. Así que se lo he contado todo a Mamá y a mi hermana que como no podía ser de otra manera, me han dado la razón en todo.

Pero no contenta con ello, en su búsqueda incansable de una respuesta para todas las grandes cuestiones de este universo, el hombre, en este caso mujer, ha exprimido el google en busca de un quid del quod que deje claramente claro que él, o sea ella, no ha hecho absolutamente nada (a mí que me registren) y ha hallado tras un montón de enlaces sobre inteligencia emocional (meta que anhela alcanzar en un plazo que sabe corto pues inteligencia le sobra a brazadas) el término que podría explicar por qué se ha quedado sin desayunar esta mañana y que de paso la exima de toda culpa: TÓXICO.

Pero ha resultado que esto de leer sobre inteligencia emocional y cómo identificar y actuar contra los vampiros psíquicos ha sido como cuando uno busca sus síntomas en internet. Que uno acaba inopinadamente en fase terminal.

Y cuanto más he leído sobre personas tóxicas, más me ha parecido que debo ser la persona más tóxica que conozco. Soy una persona horrrrible!!! (Ahora es cuando entraba en fase rebuzno)

Y a lo mejor resulta que soy la única culpable de haberme quedado sin desayuno esta mañana y yo soy quien realmente está sometiendo mi universo personal a un bombardeo constante  de estímulos negativos que afectarían a los estados emocionales y generarían niveles anómalos de adrenalina y cortisol capaces de alterar la bioquímica corporal y de intoxicar a nivel físico y emocional a las personas de mi entorno!!!

Consulta rápida a mi marido:
- ¿me consideras una persona tóxica?
- Sí.
- Jo
...
Pero ¿sabes lo que es una persona tóxica?
...
No me lo digas.
- ¿Un consejo? Cómprate una fiambrera.
- ¡Oh!


Y todo esto sin poder tomarme ni una gota de alcohol para anestesiar el dolor de tan funesto hallazgo sobre mi naturaleza tóxica debido al antibiótico que me ha mandado el dentista de mi post anterior con el que por cierto Papá, no mantengo ningún tipo de relación, ni física, ni mental, ni platónica. Sólo era imaginación.

Y así ha discurrido otro lunes cualquiera, un auténtico yoyó de emociones debido a que esta mañana me he quedado sin desayunar porque simple y llanamente no me ha dado la gana ir a desayunar. 

Uuuffff. No os lo creeríais pero a veces, qué difícil es esto de ser yo!!



Good night!!!
(Una de las entradas más raras que haya escrito en este blog, creo)








viernes, 25 de abril de 2014

Con los ojos cerrados

y la boca abierta tal y como él mismo me ha pedido, lo estoy oyendo hablarme muy cerca de mi cara pero no estoy prestando atención a sus palabras. Ni siquiera percibo su aliento. Y es que lo que me está haciendo me duele tanto que sólo puedo pensar en el dolor. A ráfagas. En cuanto acaba, me concentro en el siguiente dolor que voy a sentir a ver si anticipándome a él logro paliarlo un poco. Me gustaría apretar los dientes pero él no me deja así que aprieto los puños tanto que las uñas que me clavo me están quemando las palmas de las manos. Él nota la tensión en mi cuerpo y se ríe de mí. Me gustaría complacerle y responderle con una sonrisa deferente pero me tiene cogida la boca así que sonrío con los ojos cerrados. Puede que así se compadezca y deje de hacerme daño. Pero de pronto vuelve el dolor que me está infligiendo, que me suelta un quejido y que levanta mi pecho del asiento. Se da cuenta de que no lo estoy escuchando así que ya no se toma la molestia de seguir hablando, se calla y sigue. Gírate hacia mí me dice. Y obedezco dócilmente. Le odio por el dolor que me hace. Y entonces cuando me estoy concentrando en odiarle, siento el calor de su mano sobre mi mejilla que me desarma. Porque me gusta. Tanto que acto seguido me reprendo a mí misma por el placer que acabo de sentir como si nadie me hubiera agarrado la mejilla antes. Como si anduviera necesitada de caricias. Pero es tan cálida y firme. No se espanta ante el contacto con mi piel. Me gustaría abrir los ojos para saber cómo me mira y si a él también le gusta la caricia pero está tan cerca de mi cara que no puedo hacerlo. Porque acabaría bizqueando. Cuando me pide que me levante una vez más a enjuagarme la boca abro los ojos por fin pero la caricia ha quedado lejos. Acaba restregándome por los dientes que siento como lijas una pasta de color rosa y sabor a menta. Yo venía porque se me ha caído un empaste y no sólo me ha hecho una limpieza bucal que es una de las cosas más dolorosas por las que he pasado en la última semana sino que tengo cita para la semana siguiente y me voy sin empaste. Y ¿todavía me pregunta por qué me he tirado tres años eludiendo una cita? Sería una pregunta retórica supongo. En fin...

Feliz San Marcos!! ;))

martes, 22 de abril de 2014

Absurdo

Lo es.
Es completamente absurdo pensar que por dormir como la trajo al mundo la progenitora de una, esta se quedara con el culo al aire. El culo quedó durante la mayor parte de la noche tapado debajo de una manta. Así que no entiendo esa expresión.

Lo cierto es que por mucha manta con la que el culo quedó tapado, anoche hacía demasiado fresco aún para semejante empresa.

Es completamente absurdo pensar que a una le guste dormir como la trajo al mundo la progenitora de una  por fogosidad. A veces también una se despoja de todo porque así siente que es libre y siempre guardó la vana esperanza de que esa era la mejor manera de volverse invisible y transparente.

Y lo único que me mueve a informar sobre el estado de las cosas de anoche es que en ese loco propósito reside probablemente la clave para entender las imágenes que me rondaron literalmente anoche y del porqué de mi incapacidad hoy para actuar que no haya sido a base de estímulos  y reflejos.

Porque anoche queriendo volverme invisible me enfrié y hoy el frío me ha tenido enferma y atontada durante todas las horas de luz y ahora que quisiera dormir recién me estimulo de nuevo.

Pero durante las horas febriles del frío insomnio de anoche que sin embargo se negó a dejarme que me levantara a ponerme el pijama, a gusto como estaba con mi desnudez, mi mente se puso a escribir en el aire y a idear las entradas más elucubrantes que habrían dominado para siempre jamás este mi minúsculo reino personal.
Soñé con los ojos abiertos con manolas que brindaban con cubatas al paso del crucificado y de pasos enfrentados que al salir de las iglesias separaban a madres enlutadas bañadas en lágrimas de sus hijos moribundos y custodiados por capirotes de corazones del color oscuro de sus túnicas. De mis delirios pascuales me fui a la alegría de recordar que por fin el puticlub que hay cerca de la Ciudad del Motor de Almería había encontrado un nuevo dueño. Porque me había resultado triste contemplar durante todos estos años de penuria el cartel de "Se vende" debajo del rótulo de neón como si eso hubiera sido la señal más inequívoca de que las cosas andaban mal. Que no hubiera dinero para viajar o para puros y jamones había tenido un pase, pero que no lo hubiera para... Y entonces, cuando faltaba poco para el amanecer, recordé que aquellos antros siempre habían despertado mi simpatía y descubrí que la única razón posible es que en otra vida había tenido que ser un buen y fiel cliente y que las madames de mi pueblo se vistieron de luto el día de mi entierro y se fueron a brindar con cubatas por mí a la puerta del bar viendo mi cortejo pasar.


Buenas y abrigaditas noches!!! :))


PD: Papá, sí, definitivamente, ya te lo confirmo yo, estoy loca.

lunes, 21 de abril de 2014

La avioneta

Ha vuelto a llover hoy a las 3 igual que ayer.

Y hoy también y a su manera me ha gustado la lluvia.

Porque ayer en un descuido, cuando salía corriendo del coche para refugiarme en el porche de la casa, la lluvia se me coló por el cuello de la camiseta y  me mojó el cogote fría como estaba, y me estremecí  con un efímero y placentero cosquilleo que me hizo sonreír justo antes de refugiarme en el sofá debajo de la mantita rosa.

Esta tarde igual que ayer, a eso de las 3 llovía cuando salía del edificio de la ESO. De una llovizna de las que vaporizan el aire y lo dejan limpio y fresco, de las que lo hacen estremecerse con un efímero y placentero cosquilleo, de las que lo llenan de olor a lluvia y a tardes de caracoles.

Porque hay veces en que el sol me ofende de tanto que brilla, como si quisiera reírse en mi cara y me hiciera navegar a contracorriente de su insolencia. 

Ayer el sol se me nubló a las tres de la tarde, de una tarde de meriendas de domingo de Pascuas cuando la gente del Valle se tira al monte a asar fiambres y a preparar arroces a la lumbre y a emborracharse para celebrar que el Señor ha resucitado. 

Y entonces, reunidos alrededor de la mesa del comedor coronada con  una fritá de conejo y una paleta de cordero en salsa, empezaron las apuestas para saber si acabaría lloviendo o no. Y los hombres de la casa sentenciaron con rotundidad que no. Que ya se encargaría el avión rompe-lluvia de no dejar que lloviera. A lo que las mujeres como si se hubiesen unido por su condición se echaron a reír por aquel cuento infantil de la máquina destruye-aguaceros. Y los hombres, cargadetes de vino, aseguraron que era cierto, que cuando el cielo se cubría, se podía oír en el  Valle el motor del avión antilluvia aniquilando las nubes. Y las mujeres replicaron que no tenía sentido tamaño esfuerzo realizado en una zona de la que nadie se acordó nunca. Y los hombres contestaron que aquel era un avión contratado por las grandes empresas agrícolas asentadas a unos cuantos kilómetros de allí las cuales, regadas por el agua buena del Negratín, querían evitar a toda costa que sus cosechas de lechuga quedaran devastadas por las granizadas y las lluvias torrenciales que de tanto en tanto asolaban la región. Pero acto seguido y para rebatir, una de las mujeres tuvo a bien recordar la novela de su más ilustre paisano en la cual cuarenta años antes ya se hablaba de aquel avión fantasma que nadie vio varado en tierra alguna y que bien debía heredarse entonces de padre a hijo de una raza maquiavélica desconocida. Aquella anotación pareció desbaratar definitivamente el argumento de los hombres y demostrar que todo resultaba de una leyenda que los hombres se inventaron de pura rabia porque no encontraban otra explicación del porqué de una zona tan deprimida y tan olvidada siempre de todos y de todo que hasta la lluvia se olvidaba de ella por años y a veces decenios.  Y como en estos y en otros, todos los asuntos de importancia se dirimían en el google, una de ellas se cogió el móvil y buscó y se sorprendió de pronto al encontrar que no hacía tanto se había conformado una asociación en el Valle en lucha contra aquel avión destroyer.

Y fue cuando se puso a llover, e imaginando que las lluvias habían debido de pillar al piloto del avión rompe-nubes en un renuncio o borracho de meriendas o llanamente en el váter, mientras daban buena cuenta de las viandas que la coronaban, todos los congregados en torno a la mesa se echaron a reír. 






sábado, 19 de abril de 2014

Atrapada en Macondo

Lo reconozco. He engañado a media humanidad para pasar la tarde en Macondo. 

Mentiría si dijera que no tiene nada que ver con su muerte puesto que tiene todo que ver. 

Sí. Ahora que ha muerto es cuando por fin me he puesto a leer sus Cien Años de Soledad. 

No lo adquirí hace mucho. Fue en noviembre, para mi cumpleaños, cuando me autorregalé este y el Plenilunio.
Sólo sé regalar libros.
La fatalidad hizo que me pusiera a leer el otro antes y tan grande fue la decepción que dejé el Cien Años de Soledad dormitar encima de mi mesita de noche criando polvo. Como si él hubiese tenido la culpa de que el otro fuera una mierda.
Y es que la vida es así de injusta y estúpida en muchas ocasiones.

Y eso que llevaba más de veinte años queriendo leerlo. Desde aquel verano en que Mónica y Cristina lo leyeron. Hemos sido amigas de casi todo menos de dejarnos libros. Pero no se lo reprocho. A mí tampoco me gusta dejar libros. Lo detesto. La mayoría de las veces no vuelven y eso me da rabia. Pero es curioso que nunca nos hayamos dejado ningún libro.

Durante aquellos veranos en el pueblo, en las horas en las que sólo cabían el calor y el tedio, y mientras ellas leían libros tan mágicos como el Señor de los Anillos o Cien Años de Soledad, yo sólo tenía a mano los libros de una colección de literatura universal de mi tío Juanjo. No recuerdo la editorial, sólo que eran libros de tapa blanda, color verde oscuro con el título en rojo, y que me parecían feísimos, comparados con los libros de Mónica y de Cristina, de todos los tamaños, con esas tapas en tonalidades pasteles con ilustraciones de colores. Mientras ellas leían los libros que  me parecían los más extraordinarios jamás escritos, yo me tenía que conformar con leer la Metamorfosis, Borges o las Mil y una noches.

Sí. Uno de esos veranos de hace más de veinte años despertó en mí el deseo siempre presente desde entonces de leer Cien Años de Soledad. Y si no hubiera preferido leer Plenilunio por un antojo más inmediato en el tiempo, cuando anteayer todo el mundo se dirigía a Macondo, yo no me habría quedado como una pasmarota buscando en la wikipedia a ver a dónde iban. 

Y ayer no aguanté más. 

Hay gente a la que le gusta hacerlo lentamente, saboreando cada cachito, se tiran días y días haciéndolo. A veces incluso semanas. Tienen una paciencia infinita. Yo sin embargo no. Soy de lectura brutal y compulsiva, de las de aquí te pillo y aquí te mato; si un libro me atrapa, en cuanto me adentro en sus páginas y hasta que no acabo no puedo salir, no puedo hacer nada más que devorarlo sin más. 

Pero, ¿sabéis qué? No sólo soy una envidiosa asquerosa sino que además disfruto muchísimo más si sé que otros me envidian o me detestan o sufren por el placer que estoy sintiendo. Y resulta que estoy haciendo ahora mismo lo que la mayoría de vosotros ya no podrá hacer nunca más y es leer "Cien años de soledad" por primera vez, disfrutarlo por primera vez, sentirme por primera vez atrapada en Macondo, y eso sé que en el fondo me lo vais a envidiar...

Feliz final de Semana Santa!!!

(shhhtttt... es broma... o tal vez no, no lo sé... ;)... )

De Semanas Santas


Pues ¿qué queréis que os diga? 
Que donde se ponga la Semana Santa de mi pueblo, que se quiten las madrugás y los cristos del gran poder,
Que con to'lo pequeña y recargada que es, la iglesia de mi pueblo es la más bonita del mundo, 
Que merece la pena levantarse cuando aun es de noche para volver a pasar en procesión de Vía Crucis por la Placeta y por el Barranco, 
Que pasa lo mismo que en las familias, que da igual que nos queramos, que nos llevemos, que nos hagamos la vida puta, que da igual, por más años que pasen, que somos para siempre de destinos entrelazados,
Que no hay nada como una tarde de confesiones para recordar de donde procede uno, 
Que este es el punto de partida universal al que conviene regresar cuando uno se pierde, y aunque te creas que echando para atrás vas a dar más arrodeas que siguiendo pa'lante, créeme, te será de más provecho, que no tengo motivo alguno para engañarte,
Que sin saberlo pero sí buscándola como el que busca agua cuando tiene sed, me he dado de bruces con la parte de mí que me pertenece, que es mía, que me es más inherente que las otras porque es la que siempre ha estado aquí, inalterable y me he dado cuenta de que yo soy por ella,
Y ese reencuentro ha sido tan provechoso y de tanto gozo que después de mucho tiempo, he vuelto a sentir en mi pecho la liviandad que se siente de niño, tanto es así que a estas horas sigo sonriendo.

Sábado Santo

Ha pasado casi la semana entera y a menos que suceda un milagro mañana, me temo que llegará el lunes y no habrá sido tiempo suficiente para cambiar nada. 

Y estoy harta de una guerra que no es mía. 

Harta.


jueves, 17 de abril de 2014

El reparador

- Ha llamado el reparador. Se va a pasar esta tarde.

¿El reparador? ¿Quién era el reparador? Hice un veloz barrido mental a nuestras últimas conversaciones en busca del momento en el que había surgido el reparador. 

Esa estúpida manía mía de despistarme de las conversaciones en el momento menos oportuno. Me pregunto si poniéndome en manos de un especialista habrá alguna forma de extirparla.

- Mmmm, ¿el reparador?

Ya está, me vuelvo a abstraer, y ahora estoy en casa de Quentin Tarantino, lleva una bata de flores y están llamando al timbre de la puerta. Ahí está, el reparador, vestido con un smoking:
- Hola, soy el Señor Lobo, soluciono problemas. 


El reparador vendría por la tarde a examinar el pilar que se estaba cayendo a cachos. El mismo pilar que había exiliado los colchones de las niñas a nuestro cuarto para que no les pillara el hundimiento de su dormitorio que se encuentra justo encima del pilar en mitad de la noche. Ya se les había dado las instrucciones para que en caso de oír un estruendo salieran corriendo para la calle y de no haber llamado el reparador, probablemente a estas horas andaríamos por casa equipados con cascos de obras.

El reparador dictaminó que la situación aunque no terminal requería medidas urgentes y siguiendo sus instrucciones, nos pusimos ipso facto en contacto con el albañil.

Ahora tenemos un precioso pilar apuntalado en medio del patio, justo debajo del dormitorio de las niñas que está siendo el alborozo de las vecinas que observan de reojo sus propios pilares.

Y lo más importante, ya estamos fuera de peligro. Por todo ello, ¡GRACIAS señor reparador!!

miércoles, 16 de abril de 2014

En estado de gracia

Bueno. Uno no se imagina lo que son las tardes de confesiones hasta que no decide ir a una de ellas. Y la verdad es que hasta hace unos días, no se me había pasado por la mente asistir a ninguna. Es una de esas cosas que están ahí pero que no parecen ir contigo. Algo parecido a... No se me ocurre ningún símil adecuado.

No es que no me haya confesado nunca. Tuve que hacerlo para mi Primera Comunión. Y luego para mi boda. Y mi padre como compañero de fatiga de todas mis confesiones. Sí. Los hay que van al fútbol con su padre, o a regar, o los hay incluso que van a... En fin... Yo con mi padre voy a confesarme. 

La vez que nos confesamos para mi boda el cura tendría prisa porque nos hizo un dos por uno y nos absolvió así nomás sin oír siquiera lo que teníamos que confesar. Y que te absuelvan de tus pecados sin necesidad de pasar por el trance de contarlos mola. 

Nos dirigimos a la iglesia diez minutos antes de la hora emplazada, por eso de a ver si hay suerte y acabamos pronto con nuestras obligaciones morales. Mi padre no es que sea un gran pecador pero como que le gusta ir bien limpio a su cita anual con el lavatorio de pies del Jueves Santo. Y yo, pues como todo lo que hago. 

Bien. Nada más entrar vemos que los cuatro primeros bancos antes de llegar a los confesionarios están repletos de pecador@s. Que yo digo que si dicen a las 8 es a las 8 y no a las 7. Busco con la mirada a ver dónde se sacan los tickets. No hay tickets. Genial. Toca pelearse para que no te quiten la vez. Porque esto ni la cola para los boquerones un día de lluvia y materialmente no es que haya vivido mucho tiempo en mi pueblo tocayo pero que nos conocemos ya todas, ¿verdad chicas? 

Consternación al comprobar que sólo hay dos curas. Y los dos parecen cristianos, digo blancos, digo europeos, ¿pero qué digo??? Dos curas jovencitos y europeos. la cosa no pinta bien. Porque elegir a un cura que te confiese es como elegir a un pffff no se me ocurre ningún símil adecuado. Con lo que estaréis de acuerdo la mayoría de vosotras es que para según qué cosas, nunca se va ni al más guapo ni al más joven!!  Simplemente porque los guapos y los jóvenes cohíben. Una no está hecha de piedra, aunque lo aparente. Y mi padre refunfuñando a mi lado en estéreo, que es lo que tiene estar medio sordo de un oído que crees que nadie te oye, mientras la x se nos cuela por la izquierda, la y por la derecha, y la z lleva ya un cuarto de hora de reloj confesándose cuando es de comunión diaria, como tiene a bien informarnos mi padre a todos los asistentes y  en estéreo.  Yo le digo que no hay prisa, que en un momento de purificación de nuestras almas, no caben ni la ira ni la impaciencia cuando en realidad lo que estoy es a ver si el Señor encima de nuestras cabezas (una imagen bellísima de Jesús resucitado encima del altar) obra el milagro y aparece el tercer hombre. Y el Señor parece querer congraciarse con nosotros porque de la sacristía surge el pequeño cura asiático y oigo de pronto cánticos de Aleluya y a partir de ese momento sé que no voy a tener problemas para confesarme. 

Podría hablar largo y tendido sobre los que nos congregamos a confesarnos ayer por la tarde en la iglesia de mi pueblo. De hecho, podría hacerlo porque como estoy en estado de gracia desde ayer. Pero me ha dicho mi marido que no parezco tener muy claro el significado de lo de estar en estado de gracia, así que por lo de las moscas, y para no cagarla, mantendré la boquita cerrada.

Feliz Miércoles Santo!!





(- ¿Qué pecados has cometido hija?
- Jibia.
;))

martes, 15 de abril de 2014

lunes, 14 de abril de 2014

El quinto sentido

¿Existe mayor placer que el de tocar? se sorprendía a veces reflexionando. Tal vez el que te toquen pueda ser comparable. O quizás lo realmente placentero sea tener la certeza de que anhelan tocarte. Descubrir la mirada expectante tras la que yace el deseo latente de tocar. Sonreía entonces cómplice de la soberbia y la lujuria que empapaban su pensamiento.

Había días en los que el deseo de ser tocada era difícilmente aguantable. Como aquel día en el que se había recogido el pelo sobre el hombro para dejar deliberadamente al descubierto parte de su espalda que la camiseta que llevaba no tapaba. Sabía que su piel blanca al desnudo la tentaría. Ella se acercó sigilosa por detrás como otras veces y sus dedos la acariciaron tal y como había esperado. Sus omóplatos se contrajeron automáticamente y sus labios se entreabrieron dejando escapar un leve gemido que desvelaba la sensibilidad de aquella piel. Sí, paradojas de la vida, ella, adicta al tacto y su piel tan tímida que se estremecía tan sólo con el roce de un soplo de aire. Se rieron juntas mientras seguía acariciando su espalda, sabiendo las dos que detrás de las risas, su imaginación volaba hasta una cama destapada donde su cuerpo tendido se retorcía bajo las torturas que le infligía con las yemas de sus dedos. 

Pero aquello que otrora fuera un juego y ahora un mero paliativo no había saciado su necesidad de ser tocada porque de un tiempo a esta parte, se había vuelto adicta a otra piel.

Había caído bajo su influjo de la forma más estúpida.

Mientras charlaban tranquilamente, había posado su mano sobre su muslo en un gesto repetido mil veces antes. Pero entonces había notado como pasaba por la mirada verde de él la incredulidad y por primera vez en su vida se había arrepentido de haber tocado a alguien.

Y sin darse cuenta, aquella mirada empezó a cuestionar sus creencias, sus pensamientos, sus sueños y sus madrugadas; se preguntaba sin cesar si le había molestado que ella lo tocara, si a alguien le podía molestar algo así o si es que aquella piel nunca había sido tocada. ¿Es que nunca te han tocado? ¿Es que nadie te había acariciado la pierna antes?  Necesito saberlo. Me gustan los muslos de los hombres, son fibrosos y duros, pero a la vez tiernos justo ahí en medio, me gusta refugiarme entre las piernas de un hombre, y ese vello que tenéis tan suave, me gusta. ¿Es que nadie se ha refugiado nunca entre tus piernas?

Y de tanto querer saber lo que escondía aquella piel, se obsesionó con ella y se olvidó de todas las demás. Sólo podía pensar en tocarla, en acariciarla, en refugiarse entre sus piernas, en que ella a su vez fuera tocada y acariciada. De tanto pensarla, olvidó incluso el placer de tocar.

Y supo que aquella piel anodina se había convertido en la única piel a la que querría nunca. Y mucho después de que aquella piel fría e indiferente la dejara tras ajarla a fuerza de fingir caricias, nunca se atrevió a volver a tocar a nadie y su piel olvidada se fue consumiendo poco a poco al roce de la brisa.

Taquiner


O lo que es lo mismo, cómo sentirse impotente ante la imposibilidad de utilizar una palabra en otro idioma cuando lo que quieres decir es exactamente eso y no otra cosa. 

Taquiner es de una suave y elegante sonoridad. Taquiner huele a primavera, a colores pasteles, a revoloteo de mariposas. Posee la seguridad de los guapos, de los que se saben amados. Taquiner no tiene más propósito que provocar una guerra juguetona que acabe en revolcones en la hierba. Quien "taquine" tiene esa sonrisa contenta en la cara de los buscadores de caricias, de las camorristas de mimos y de los adictos a las reconciliaciones. Sólo ellos "taquinent".

Ahora bien. Que alguien me explique por favor qué tiene todo esto que ver con lo de "chinchar". Chinchar suena a mal bicho, pegajoso, molesto y parásito. 

Hablando de molesto, ¿existe realmente la posibilidad de tomar a un molestar como sinónimo "serio" de taquiner??? Las hemorroides molestan, que él te "taquine" es lo que más te gusta y deseas en el mundo.


Tal vez meterse contigo... No sé. No sé... Probaremos.

Dichosa barrera lingüística.

Buenas tardes!!


Villanos IV

Es por rotura

- Hola, Seguros ****, dígame.
- Que se nos está agrietando uno de los pilares de la casa. De hecho llevamos dos días viviendo en estado de alerta DEFCON 4 desde que anteayer se cayó un trozo de hormigón del pilar del tamaño de un puño.
- ¿Es por rotura? ¿hay algún grifo o tubería cerca? ¿alguna gotera?
- En principio no lo sé. Deberían mandar a un perito que lo averigüe.
- Pues lo siento pero eso el seguro no lo cubre.
- ¿Cómo que no lo cubre?
- Que no lo cubre. El seguro cubriría un cristal roto, un azulejo que se haya desprendido o las humedades provocadas por gotera o por rotura de una cañería.
- O sea que el seguro no cubre absolutamente nada. Gracias señora, muy amable.
...

- Y los seguros de vida, ¿crees que lo harán igual? Mire que llamo porque mi marido ha fallecido.
- ¿Es por rotura?

De confesiones

Les Confessions de Jean-Jacques Rousseau. Es en lo primero que he pensado leyendo el título de esta entrada.
Lagarde et Michard. Una de las mejores obras didácticas realizadas sobre literatura hasta la fecha. Y la forma en la que conocí a Rousseau (del que pienso que fue sobre todo un farsante, porque mucho blablabla sobre educación en su Emilio y abandonó en el hospicio uno tras otro a sus cinco hijos??? De qué estamos hablando??).

Pero quien busque implicaciones filosóficas o figuradas en lo que escribo estrellará sus talentos contra un muro tan duro como mi literalidad.

Sí. Cuando hablo de confesiones, lo hago literalmente. 

El martes por la tarde. Ya me ha informado mi padre de que debido a la escasez de sacerdotes en la zona unida a la proliferación de misas, celebraciones y procesiones pascuales han tenido que requerir los servicios de un cura de pequeño tamaño de origen coreano. Yo apuesto más bien por su procedencia filipina. Pero bien es cierto que en casa padecemos un trastorno de daltonismo asiático agudo.

Así que el martes me confesaré a un cura asiático. Hacía años que no lo hacía. No es fácil enfrentarse a lo malo que uno hace. Por supuesto que me mueven motivos puramente religiosos. Si me confieso y me arrepiento, podré comulgar por fin. Calculo que si me esfuerzo lo suficiente, tendré hasta el domingo para hacerlo. Es que lo de tener la conciencia tranquila para poder comulgar no lo he llevado nunca demasiado bien. Pero repito que si me esfuerzo lo suficiente y dejo de pensar en nada, tengo un margen de algunos días para comulgar y por un momento poder estar en paz conmigo. 

Y es que no veo otra manera.


Good night!

domingo, 13 de abril de 2014

Las cumbres

Hay mañanas en las que voy conduciendo de camino al trabajo y ni la taza de café caliente que me acabo de tomar en la cocina viendo el telediario, ni tampoco ninguna de las canciones que escucho a trozos mientras mi dedo cambia maquinalmente las emisoras son capaces de disipar mis pensamientos más sombríos.
Esas mañanas, siempre me imagino sentada en una Cumbre.

Yo soy una más de los habitantes del valle que mora entre las Cumbres mudas e inmutables, vigilantes de todo lo que aquí abajo yace, omnipresentes en nuestro horizonte circular, Ellas siempre y en todas partes como el elemento que controla nuestras existencias.

Cuando vas en coche la visión de las Cumbres te acompaña durante todo el trayecto. Por más que la carretera gire y se contonee, por más curvas que dibuje el asfalto, a menos que cierres los ojos, es imposible abstraerse de su presencia.

Hay mañanas en las que el sol luce aquí abajo y cuando miro hacia las Cumbres, están siempre envueltas en abundantes capas de densa niebla blanca. Y entonces me pregunto si al otro lado la luz de la mañana atravesará la niebla y si los habitantes de las Cumbres habrán visto alguna vez al sol amanecer.

A veces me he planteado si me importaría vivir sin amaneceres despejados y la verdad es que creo que no. Porque la vida aquí abajo, sabéis, en algunos momentos me molesta su luz, su sol demasiado brillante.

Cuando se me llena la cabeza de pensamientos sombríos, me imagino allí arriba sola, entre la maleza fresca de la mañana, mojada de rocío, sentada en la niebla, con las piernas recogidas entre mis brazos y mi pecho, contemplando la sombra del mundo debajo de mí desde la Cumbre más alta. Serena, feliz, en paz.

miércoles, 9 de abril de 2014

Muerte de un pen(drive)

Las cosas empiezan a torcerse a las 13:45 cuando me avisan de que un pen yace colgado de la pantalla de uno de los ordenadores de la sala de profesores y que puede ser mío. Cojo el pen en volandas balbuceando en arameo (últimamente está siendo mi idioma predilecto) que estoy de guardia y tengo que subir corriendo a 4ºESO a cubrir una ausencia. 

Porque digo yo que es tan fácil como abrir un pen y ver los archivos que contiene para saber a quién pertenece. Vamos digo yo que si ves cuatro exámenes titulados unité 4, de mates no es. Y ¿qué hace mi pen ahí cuando debería estar en mi bolso? Lo voy a meter en el ordenador para comprobar los archivos y es cuando los alumnos me avisan de la presencia de una intrusa detrás de mí. Ay mi Irene calladita con su brazo escayolado que se me ha olvidado que tiene examen de francés oral, bueno mejor dicho un examen oral de francés (qué mal ha sonado eso) conmigo. Bajo para abajo y vuelvo a subir para arriba (en arameo) con el examen susodicho. Mientras me lo va haciendo, meto el pen en el ordenador y el pen naranja de luz parpadeante que no dice nada. ¿Cómo que no se abre? Pues que no se abre. Ok. 

Me dirijo a mis alumnos de 4º. Nenes, sois unos cracks de la informática y es el momento de demostrarlo. Así que me vais a coger el pen y me lo vais a abrir. Y mientras yo, a examinar. Diagnóstico. Un 8,7 y un pen medio muerto que probablemente esté infectado con un troyano (aaargg, horror, ¿cuándo ha pillado ese bicho? Si no me he metido en nada malo, y peor aún, ¿habré infectado algo con el dichoso pen??).

Mi pen. Ayer. Corro de un lado para otro entre clase y clase. Tengo que sacar algo por la impresora. Lo imprimo y lo dejo corriendo en conserjería antes de irme para Atención Educativa. Y el pen se quedó ahí, solo, enganchado a uno de los ordenadores de la sala de profesores mientras yo partía, olvidándome de él.

Es mi pen y tengo un problema. Que tengo dentro un montón de documentos que me ha costado mucho tiempo elaborar y que necesito solamente para mañana. Bueno. En realidad tengo dos problemas porque la relación con mi TIC que es algo así como un médico de los pens... en fin... Y claro que molestarlo para esto... pero es que la situación es tan dramática. En fin... Le agradezco la enorme amabilidad con la que ha tenido a bien atenderme. Su diagnóstico es letal. Mi pen ha muerto. Es definitivo.

Tres exámenes, dos fichas, y todo para mañana... Es el mejor momento para pasar toda una tarde metida en reuniones de trabajo. ¿Qué hago yo aquí teniendo que estar haciendo exámenes??? Sí. Lo sé. Es una ETCP y he sido convocada y tengo que estar porque así lo estipula mi contrato... Pero me quiero morir!!! 

Del comportamiento infantil y errático con momentos de hiperventilación que prosiguió prefiero no comentar nada. Incluso le he chillado a Bella. Fue sin querer. De eso que no te oyen y chillas justo cuando todo el mundo se calla. Me odio a mí misma. Soy un ser horrible. Y además soy la Mr Bean de las ETCP. (Sólo existen unas pocas personas en este mundo que conociéndome como me conocen me habrían entendido y las echo mucho de menos en momentos como este). Pero resumiendo, no sólo no tengo mi pen y he tenido que volver a hacerlo todo y aquí estoy llevando una vida muy triste mientras todo el mundo tiene unas vidas apasionantes y divertidas, sino que mañana tendré que volver a ir a ese sitio llamado "lugar de trabajo" a verles la cara a un montón de gente que después de hoy estarán convencidos de que estoy mal de la cabeza, ida, como una chota!!! 

Y lo peor del caso es que hoy me he puesto tacones pensando que con eso el día resultaría maravilloso y ha resultado ser exactamente como una de esas pesadillas de las que te despiertas jadeante hasta que te das cuenta de que sólo ha sido una pesadilla y te vuelves a dormir con una enorme sonrisa en la cara. Pero esta vez no lo he soñado. Estoy loca! Agobiada! Hoy exijo poder dimitir de mi vida!!

lunes, 7 de abril de 2014

Dunces everywhere!

Soy de esa clase de gente que se despierta feliz. 
Casi siempre. 
Con una sonrisa boba partiéndome la cara en dos. 
Shiiiiiiií. (movimiento de afirmación de la cabeza acompañada de sonrisa enorme)
Sin ningún motivo real.
No. (movimiento de negación de la cabeza acompañado de cara de no lo sé, a mí no me preguntes!)
Esa clase de gente. 
Y tengo muy claro que el común de los mortales se levanta gruñendo y maullando y farfullando y profiriendo toda clase de ruiditos raros contra la humanidad mientras se rascan por casi todo.
Pero yo me despierto feliz como la Julie Andrews del "Sonrisas y lágrimas" chutada de Prozac y eufóricamente contenta!!   
Y ¿por qué??
Y yo qué sé. 
A qué viene esa manía de tener que explicarlo todo.

Pero aunque no entienda por qué me levanto siempre tan feliz, creo que eso en parte es muy positivo porque a partir del momento en que me despierto, el día se va descalabrando en picado hasta alcanzar los sustratos más profundos del cabreo más monumental. 

Y a lo largo del día, la sonrisa poco a poco se le fue transformando en una mueca cómica que la verdad daba un poco de grima.

Porque desde Caín y luego aquel hijo pródigo cabrón, (al parecer Dios no sólo no fue hijo único sino que tenía un hermano mayor gilipollas) el hermano mayor siempre ha gozado de muy mala prensa. Y realmente parecemos la hija mayor gilipollas que intenta hacerlo todo perfecto pero que acaba pareciendo/siendo la resabiada inadaptada y psicológicamente inestable de la familia. 

Porque si hay una cosa que hace que me vuelva más loca (muy muy loca, tan loca que pierdo los papeles) es que sólo me hayan traído los deberes hechos 5 de 23 alumnos. A dos clases vistas para el examen. Un examen del que me exigirán una recuperación. Y luego otra. Y así sucesivamente porque no les habrá dado la gana traerme los deberes hechos para hoy. 
Y eso la misma mañana en que me he peleado con mamá y papá...

Y estamos a lunes. 
Y me quiero ir de aquí. 
A un lugar donde me sea imposible cabrearme con nadie ni con nada. 
O amputarme el carácter.
Se acabó el recreo.

Bonsoir!!



domingo, 6 de abril de 2014

La cazadora de trolls

En uno de mis muchos pasados yo fui cazadora de trolls.



La mayoría de vosotros sois y seréis siempre presa fácil de los trolls. Está en vuestra naturaleza por lo general incauta. Perdonad que no me pare en sutilezas ni pamplinas para deciros esto pero no conozco otra forma de advertiros de la vulnerabilidad a la que os expone vuestra ingenuidad. De aquella época recuerdo todavía cómo me exasperaba que fuerais tan inocentes. De hecho, probablemente esa sea la principal y única causa plausible por la cual los trolls se encuentran tan cómodos pululando entre nosotros.

Muchas veces me pregunté si estábais convencidos de que la mayoría de la gente que os rodea alberga sólo buenas intenciones y buenos sentimientos. Me costó ya no entender, pues me he resignado a no hacerlo nunca, sino simplemente tolerar esa proximidad, esa cercanía que muchos de vosotros manifestabais para con los trolls.

Muchas veces me pregunté por qué sois incapaces de ver lo que yo veo. Por qué no podéis vislumbrar ese destello de furor en su mirada, esa sútil nota discordante en la voz que se quiebra cuando miente y engaña, ese gesto insignificante para la mayoría de vosotros que simplemente achacáis a la vulgar condición humana cuando en realidad denota la maldad más primitiva. Los trolls no son de la misma naturaleza humana que nosotros. Cuando lo admitáis, habremos ganado la batalla más importante. Pero a veces creo que os da igual, que sois tan simples y comodones que preferís limitaros a tolerar su existencia.

No. La mayoría de las veces, no os inmutáis ante la presencia de un troll; o es que os da igual o simplemente no tenéis la capacidad de reconocerlos. Y todo va bien en el mejor de los mundos posibles hasta que el troll os escoge a vosotros.

Cuando el troll decida ir a por vosotros, lo habrá decidido de forma absolutamente aleatoria, su único motivo siendo que habréis tenido la mala suerte de haber sido avistados primero. Será por algún detalle insignificante para los demás que le haya llamado la atención en particular  y a partir de entonces se cebará con vosotros. En cuanto os elija, tened claro que su único objetivo será acabar con vosotros.

Ese era el momento en el que yo entraba en acción. Sí, ahí estaba yo, a eso me dedicaba, a identificarlos y darles caza hasta acabar con ellos antes de que ellos lograran acabar con vosotros. Velé durante años por vuestra tranquilidad. Estaba del lado de los buenos y era muy buena cazando trolls. Los reconocía en seguida, a veces con una sola frase, me adentraba en sus mentes enfermas, no me costaba pensar como ellos, ver lo que albergaban dentro. En alguna ocasión me asusté por la claridad con la que podía entender sus pensamientos pero entonces me tranquilizaba pensando que yo nunca dejaría que nadie pudiera ver mis pensamientos más oscuros ni dejaría que estos tomaran las riendas de mis actos. Lo que vi era tan repulsivo que los habría exterminado uno a uno.

Fui cazadora de trolls. Hasta que un día cometí un error. Fue sólo uno. Pero fue un error fatal. Me equivoqué y di caza a un no-troll. Cuando me di cuenta, ya era tarde y empecé a dudar de mi capacidad. Me pregunté si me había equivocado más veces. Estuve dando vueltas y más vueltas a todos los trolls a los que me había enfrentado hasta la fecha. Empecé a sentir el miedo a equivocarme, a dudar de mí y de mi capacidad para reconocerlos. Dejé de ser efectiva y me despidieron de la empresa. Bueno, realmente no se atrevieron a despedirme sino que me sugirieron que lo dejara durante un tiempo. Alegaron que necesitaba descansar, que me estaba obsesionando con el tema, y que me vendría bien alejarme por un tiempo. Así que lo dejé. Y he de admitir que mi vida es ahora más tranquila.

Y de un tiempo a esta parte he recuperado la confianza en mí. Pronto, muy pronto estaré lista.

...


Feliz domingo!!! ;))



sábado, 5 de abril de 2014

Cocinando la mañana

Todo está en tener la paciencia suficiente para dejar de intentarlo y respirar despacio y hondo.

Desde la ventana de la cocina  veo los nublos en el cielo aunque para hoy daban buen tiempo. También alcanzo a distinguir las copas de los eucaliptos gigantes y cómo el viento los agita. Desconozco su valor ecológico, entendedme, me suelen gustar los árboles, pero es que estos árboles son feos, horribles, con su corteza desprendiéndose a cachos y dejando al descubierto una madera demasiado blanca para no parecer enferma, y tienen decaídas y postradas todas sus ramas de hojas ni siquiera verdes sino amarillentas. Son árboles tristes y feos. Y de lo altos que son, ahí plantados en mitad del corredor de aire que forma el callejón, un día de viento se desplomarán sobre algún desgraciado. 

He cortado por la mitad, quitado el corazón y metido en el horno bocabajo los cuatro pimientos morrones para asar que he estado acumulando durante estas dos semanas. Me gustan los pimientos morrones, su sabor extraordinariamente dulce, aunque no entiendo que tengan la piel tan dura. Siempre tengo un pimiento rojo dando vueltas por la nevera o el frutero. Me gustan. Comparado con un sabroso y firme pimiento rojo, el pimiento verde parece insignificante e insulso. Así pues, me he dejado mis pimientos en el horno y me he ido al mercado.

Qué olor más bueno tiene el clavo. Y el laurel. El caldo del rabo de toro ya empieza a perfumar la cocina. Y aunque ya está casi listo para dejarlo cocer a fuego lento y me podría salir, hoy me apetece remolonear un ratito más en la cocina. Es un día de esos en los que estaría cocinando durante todo el día porque sí. Me faltan verbos que se pierden en la traducción, como "concocter" que transforma el cocinar en un experimento de laboratorio o "mijoter" que significa cocinar con ternura... 

Así que me lío con el ajo. Pelo media cabeza y corto los dientes en finas láminas. Los pimientos ya están asados. Su piel aún caliente se ha desprendido con facilidad. He tenido mucho cuidado de no espachurrar con los dedos su carne ahora desnuda, blanda y delicada y la he separado en finas tiras. Cojo la mitad y les pongo por encima unas láminas de ajo y unas escamas de sal. La cubro con la otra mitad de los pimientos, unas láminas más y un poco más de escamas. Y finalmente lo rocío todo con un buen chorro de aceite de oliva extra. 

Con lo que me sobra de ajo, decido preparar los boquerones en vinagre que tenía reservados y todavía me queda unos dientes y unas hojas de perejil para saltear unos champiñones con unos taquitos de jamón para acompañar la carne de la noche. Aunque creo que también le pegaría unas manzanas fritas.

Pero todavía no me he resarcido del todo. O tal vez es que me apetece permanecer entre mis cuchillos, mis ollas y mis fogones un ratito más así que abro la nevera y veo que quedan unas pocas frutas huérfanas: un mango, unas fresas, unas manzanas. También hay unos pocos plátanos a punto de madurar. Y qué tal una ensalada de frutas como postre.

El truco está en rebuscar en los cajones de la cocina, pausar la respiración y tener paciencia.

Feliz sábado!!

viernes, 4 de abril de 2014

Au revoir tristesse! (2ª parte)

- Tenemos que hablar tú y yo.-
"Ya la he liado" (pienso ipso facto)
- ¿Te pasa algo?

Cara de "joool". Sí. Esa sería la cara más o menos. Y es que en estos menesteres no suelo ir acompañada. Bueno, de hecho no lo veo natural. Yo me como y me guiso mis états d'âme sola. Es por costumbre. No tomárselo como algo personal.

Pero esta vez se me ha escapado algo, hay algo que he tenido que hacer mal porque me está preguntando si me pasa algo. E insiste. Sólo me quedan dos cosas por hacer: 

1º- o ponerme a recitar todas las frases que salen en las imágenes que sube mi madre al facebook:

- No pierdas por error a quien te quiere, y no intentes querer por error a quien no le importas. <3
- A los que hoy te dan la espalda, mañana la vida los obligará a mirarte a los ojos.
- Siempre es más valioso tener el respeto que la admiración de las personas.
- En esta vida pasa lo que no esperas y esperas lo que no pasa

2º- o mentir descaradamente y echarle la culpa a la primavera.

Dichosa primavera. No os creeríais lo mucho que fastidia la primavera a mucha gente. Más de las que pensáis. Casi tanto como la Navidad. Sí. Si buscáis alguna excusa, echadle la culpa a la primavera, nadie le echará cuentas, es lo normal.

Pero como suele pasar con todo en esta vida, un nuevo dato, una coordenada distinta y todo el artilugio se tambalea. Entonces se pone a buscar desesperadamente un nuevo punto de apoyo, y en su urgencia, hace cosas impensables, ilógicas, extraordinarias hasta ese momento y de pronto surge otra voz que lo está contemplando atónita. Y también una caricia. Y una sonrisa. Y unas palabras inocentes que sin embargo reconfortan al artilugio. 

Y el asombro surge cuando de pronto el artilugio grisáceo enseña los dientes y suelta una carcajada. Se está riendo. Y fuera hace un aire gélido. Y nada ha cambiado realmente pero le han estado toqueteando los circuitos internos de tal manera que lo habrán estropeado porque ahora el artilugio sonríe y es feliz.

Thank you all. You've been so nice. 


PD: me gusta la primavera, casi tanto como la navidad. Sus colores alegres, sus verdes, sus rosas pasteles, sus naranjas, el olor a flores, el cielo azul, el calorcito de sus tardes, esa explosión de la sangre y de la alegría. A mí me gusta...



jueves, 3 de abril de 2014

Au revoir tristesse!

Llamadme bipolar si queréis pero es que se me ha plantado esa sonrisa en la cara hará cosa de una hora, no sé muy bien por qué, y ahí está. A ver.... Pues sí, sigue ahí.

Así soy yo. En fin. Alors, pour l'instant, au revoir tristesse!!

(Pero no te preocupes, es sólo un hasta luego...)

miércoles, 2 de abril de 2014

#Francesista

O cómo la mente se va agotando poco a poco...

Ahora mismo ¿cómo estoy? ¿Os acordáis de esa peli de Michael Douglas "Un día de furia" en la que de pronto el prota se vuelve crazy coge una ametralladora y la emprende con todo el que lo colapsa emocionalmente?? Pues, ahora mismo estoy un poco así. Al borde del colapso emocional.

Crazy. Elegida la palabra del mes. Me encanta. Sobre todo pronunciada a lo espanish, o sea creisi. En cierto modo es bastante divertida, admitámoslo.

Porque lo último de lo último ha sido que hace un momento, y después de un mes sin vernos, mi querido y añorado Asus se ha negado a encender su pantalla. Acaba de llegar del taller y la pantalla se ha quedado en blanco, bueno, en negro. En cierto modo no dista mucho del ambiente general de estos días. ¿Por qué todo el mundo ha decidido quedárseme en negro? No soy tan mala persona. Bueno, en este caso creo que mi Asus está un poco mosca conmigo porque no le he mostrado todo el cariño que debiera después de su última intervención. Así que creo que ahora mismo "il boude". Mi marido dice, cómprate otro. Y yo le contesto, ¿entregarle mi corazoncito lastimado a otro frío portátil más para que un buen día decida volver a fallarme? ¿Pero es que nadie va a tener compasión de mí? ¿Pensáis que lo voy a aguantar todo siempre? Mi corazón no tiene una garantía ilimitada y un  día de estos acabará reventando. Sobre vuestras conciencias.

Y no. No estoy hormonalmente desajustada. Gracias. 

He tardado casi hora y media en volver de la reunión de coordinación de Almería. Diréis, son 120 kilómetros, es normal. Y yo contestaré que no, que para una fitipaldi es mucho tiempo. Pero es que creo que de haber tenido la opción ahora mismo seguiría dando vueltas con el coche. Raro sí. Por no decir crazy, bueno, creisi. Pero yo sola conmigo misma y mis pensamientos y mis canciones de la factory Disney, sí, escucho canciones Disney, y son preciosas, durante esa hora y media, me he dado cuenta de que es probablemente el único sitio en el que me he encontrado a gusto hoy. Cambiaría las canciones, pero no por feas, sino porque algunas rebozan/rebosan tanta sensibilidad que no me ha quedado más remedio que llorar a moco tendido y para conducir ni que decir tiene que es un poco engorroso. Pero ha sido tan trágico y a la vez tan bonito.

Y ¿por qué perder una tarde yendo a una reunión de coordinación a Almería a 100km/h? Para hacer terapia de grupo  de francesistas anónimos. En cierto modo, resulta pintoresco estar rodeada de gente que habla con ese acento tan gabacho. Yo no tengo acento gabacho, y de tenerlo, procuraría ocultarlo. Sobre todo esa "s" sibilante que no hay forma de pronunciar a lo español. sh. Eshpañol. Yo shoy Rosha. No hay forma. Porque una cree que con rular la "r" pasará desapercibida y se tira años diciendo lo del perro de San Roque con una cuchara en la boca, pero noooo, el problema del castellano no está en la "r" sino en la "s" y en la "nio" que resulta que no se pronuncia "ño". Elemental, mi querido Watson, pero imposible de distinguir.

Así que una se reúne con unos cuantos francesistas una vez cada dos años para criticar el inglés imbécil y todo poderoso y para reivindicar la no desaparición del vocablo "francesista". Porque resulta que a los retrasados de la RAE, que son los mismos que cambian de parecer en cuanto a nomenclatura gramatical cada dos por tres (Un adjetivo no es un determinante, y un COD es un COD y no un CO o un OD o un CD, ¡fumados!!) se ve que les pagan por matar palabras. He reivindicado ya demasiadas veces la creación de vocablos y criticado otras tantas la falta de palabras claves en multitud de entradas de este blog. No voy a malgastar más líneas en ello por ahora. Toda una tarde para ello. Pero al menos esta tarde he podido justificar mi ausencia.

En fin.. ¡¡Buenas noches!!!

martes, 1 de abril de 2014

Insane (III)

Se ha perdido para siempre. Es horrible. Se ha perdido en el mismo mar donde yo me bañaba. No he podido hacer nada. Es horrible, Dios mío, es horrible. Cuando lo he visto y me he dado cuenta era tarde, ya estaba dentro, le he chillado pero no se ha dado la vuelta, no me ha oído o puede que no quisiera escucharme, le chillaba y él sin embargo seguía metiéndose  para dentro sin miedo, no ha retrocedido ante las olas, así que me he tirado de cabeza, me he adentrado tras él hasta que he podido. La corriente era tan fuerte que he tenido miedo de perderme también. En el último instante el amarre me ha retenido e impedido que me hundiera antes de poder siquiera acercarme un poco. Se ha hundido tan rápido. Se ha ido para siempre. Y no he podido hacer nada para impedirlo. Dios. 

O tal vez no lo intenté lo suficiente. Supe que aquel mar lo tentaba y no hice nada para alejarlo de allí. Y de no conseguir alejarlo, podría al menos haberlo amarrado a él también en la orilla. Noté que el brillo en sus ojos cambiaba y no hice nada. Sus palabras se tornaron inconexas y yo me tapé los oídos. Y un día la pena le hizo reír, la insignificancia llorar y se puso a recrearse en la inmundicia, y yo pillé y me alejé. Sabía que aquel mar lo llamaba y me fui. Lo dejé solo. Y ahora es tarde, ni siquiera he logrado rozar su mano, se ha perdido para siempre en la inmensidad del mar de la insania.


El enjambre

Hasta el gallinero me llega el ruido que hace el enjambre. Está debajo de mí, en un bucle en constante movimiento. Es el ruido de una orquesta de cientos de bajos afinándose en los momentos previos a un concierto. Cada voz murmulla ajena a la siguiente y a la anterior y la suma de aquella amalgama de cientos de voces discordantes en constante cuchicheo produce un clamor atronador que lo llena todo.

Y aquí estoy yo, esa soy yo, al otro lado de la fila de los tickets esperando a que se haga la hora para entrar al cine. Queda todavía media hora y me he apostado aquí, apoyada en la barandilla de cristal que me protege de caer y desde la que me asomo de tanto en tanto a observar el enjambre debajo de mí.

No puedo mirar mucho hacia abajo. Está demasiado alto y con mi vértigo en cualquier momento voy a tirarme al vacío sin querer.

Así que me doy la vuelta y contemplo la fila que delante de mí desfila lentamente afilando sus instrumentos. Sonrío, estoy a gusto y es raro, camuflada como estoy apostada en la barandilla. Los observo sin detenerme mucho en ninguno para que no me vean. De hecho, sólo unos pocos parecen verme pero en seguida desvían sus miradas porque no me han visto. No saben quién soy. Aquí no soy nadie. Sonrío. Soy libre. Me dejan mirarlos si no me detengo mucho en ninguno de ellos. Libre dentro del enjambre. Nadie sabe quién soy. No soy nadie y soy todos. Aquí me siento uno de ellos.