viernes, 28 de febrero de 2014

Clic

Ahí estaba otra vez, en la casa al otro lado de la calle, la bruja esa, a su ventana, mirándolo, observándolo mientras guardaba su BMW en la cochera. Después de abrir la puerta, se había dado la vuelta y se la había encontrado de cara, con la luz encendida y las cortinas descorridas, clavándole sus ojos fríos de loca, clavándole ese rictus de desprecio que le dibujaba la comisura de los labios, clavándole su descaro de siempre. Esa tía no era normal. Estaba loca. Qué asco le tenía. No era asco, era más que eso. Era la incapacidad de soportar que alguien como ella viviera en el mismo mundo que él y que nadie hiciera nada para impedirlo. Le dieron ganas de ir hasta la ventana, de golpear el cristal hasta hacerlo añicos, de cogerle la cabeza y restregar su cuello sobre el cristal roto hasta verle caer la cabeza. 

Siempre que la veía, recordaba aquella tarde, al poco de que vinieran a vivir a la casa, en la que todos los críos de la calle se habían juntado y habían ido a por ella.

En cuanto el marido había desaparecido por la esquina de la calle con la bolsa del gimnasio al hombro, habían llamado al timbre de la casa. La primera vez había salido confiada. La loca había abierto la puerta y al no ver a nadie, había bajado los escalones del rellano y se había asomado a la calle a ver quien había podido llamar. Se había metido de nuevo en casa sin sospechar nada.

La segunda vez, por el chasquido nervioso de las llaves se habían dado cuenta de que la loca empezaba a sospechar y a duras penas habían logrado aguantar la risa. La tercera vez, había salido furiosa y se había puesto a lanzar improperios e insultos a diestro y siniestro a un enemigo invisible y muy hábil que se tapaba la boca para no reírse a carcajadas, escondido al amparo de los coches aparcados en la calle.

Y en un momento dado, después de unas cuantas llamadas más, la loca había bajado la persiana de la ventana por la que lo estaba mirando ahora y había puesto la música a todo volumen. Envalentonados por la falta de respuesta de la loca, habían decidido por fin acercarse más. Y entonces todos juntos se habían puesto a zarandear la persiana de la ventana. De golpe la música paró. Oyeron el clic de las llaves al girar en la cerradura justo a tiempo para salir corriendo. Y la loca salió de su casa y se fue a casa de los críos, una tras otra, a contarles a sus padres lo que le habían hecho.

Después de meter el coche y de bajarse, miró otra vez hacia la ventana. Pero ella ya no estaba mirándolo. Clic. La puerta. La loca lleva puesta una bata de casa. Parece que no lleva nada más. Se va a duchar y ha salido a abrir la llave de paso del agua. No habrá presión suficiente. No es raro. En el pueblo nunca hay presión de agua suficiente. A estas horas está sola en casa. Se mete otra vez para dentro... Apenas su mente le da tiempo a pensar en lo que acaba de pasar, ya está al otro lado de la calle, está otra vez en la puerta, mira alrededor de él. No hay nadie más en la calle.


                                          ****************************

Algo acaba de explotarle la sien y lo ha tirado al suelo. Intenta ponerse de nuevo en pie para escapar del dolor pero sus piernas y sus brazos se mueven en una pantomima, no consigue coordinarlos así que levanta la cabeza para ver de dónde ha venido la explosión. Vislumbra una sombra en la penumbra del vestíbulo. Está por encima de él y se está moviendo. Entorna los ojos para reconocerla pero otra explosión esta vez en la nuca lo vuelve a aplastar al suelo. Le falta el aire. Le duele la cabeza tanto que busca tapar el dolor con la mano o arrancársela. La mano se llena de un líquido espeso. Sabe perfectamente lo que es. Y piensa que si eso es lo que se siente cuando uno muere, entonces la muerte es un absurdo risible. Pero no quiere morir, así que llora, suplica, pide clemencia. Nadie responde. Tiene sueño y ya le da igual, sólo quiere dormir.


La loca de en frente se ha sentado en uno de los escalones que llevan al piso de arriba. A su lado ha dejado bien colocado el atizador de la chimenea. Observa con una mirada vacía en la penumbra cómo la masa deforme bajo sus pies deja de moverse poco a poco y mientras, se frota los dedos maquinalmente para quitarse la sangre con la que han quedado manchados. Sonríe de una sonrisa apenas perceptible y con la mirada invariable. Llevaba años dejándose la puerta abierta esperando a que alguno se diera cuenta. Sabe que dentro de unos minutos tendrá que llamar. Pero quiere disfrutarlo sólo un poquito más. Ha esperado tanto...


Besitos!!! ;))

jueves, 27 de febrero de 2014

Bye bye whatsapp.

(Ojos desorbitados)
Tíaaaaaa, ¿que has hecho QUÉEEE??????

Que me he quitao del wassap.

Pero ¿por qué has hecho eso tíaaaaa?????

Porque me caducó anoche.

Pero si sólo costaba un euro renovarlo, ¡¡¡tíaaaaaa!!!!

Ya, pero es que no me apetecía pagar un euro.

¡¡Tíaaaaaa!!!!!



¿En serio quieres saber por qué no he querido pagar ese euro? Te lo digo, porque en los últimos meses no es que te haya importado mucho lo que hacía o dejaba de hacer. A todo me contestabas con tus jejeje y tus emoticonos; que por cierto odio, ¿lo sabes?

No te he querido decir nada antes, por si me ibas a tomar por tontica o por rarilla, por si me intentabas convencer de seguir en la secta esta, pero es que se me hacía insoportable esperar al 22 de marzo.

Tú ya me conoces, o eso creía yo, y sabes que la mayoría de las cosas las hago sin pensar, que suelo funcionar a impulsos, que la reflexión nunca ha sido lo mío.

Así que anoche, al despertarme a las 5, ¿te acuerdas que te lo he comentado ya, que llevo un tiempo despertándome en mitad de la noche? Claro que entre foto y foto de tíos guarros que me mandas, no sé si me habrás hecho mucho caso. Pues esta noche lo he visto cristalino. Me he despertado con lo que viene a ser un absceso de genialidad. Y esta mañana, mientras desayunaba, he cogido mis bártulos, mis contactos, mis grupos, mis historiales, mis archivos recibidos, mis conversaciones, bueno, realmente se lo han quedado todo ellos (política de la empresa) y me las he pirado. ¿Tú sabes que cuando ya estás a punto de desinstalarlo te dicen algo así como que no puedes eliminar esa cuenta. ¿Cómo que no puedo eliminar mi cuenta? ¿En serio? Le he dado al botón y ya está..

Y ahora, después de muchas semanas, no te lo creerías, pero me siento por fin LIBRE.

(Por qué asociaré siempre libertad con estar desnuda... puede que sea una naturista reprimida y acabe mis días en alguna comunidad hippie criando cabras y cultivando ecologías desnuda. No descarto nunca nada de antemano. Excepto volver a esta mierda).

Porque se me estaba quedando cara de mensaje de texto, plano, monocromo, entre sonrisa y sonrisa ictérica.
Porque estaba harta de estar aquí metida, de farmacia de guardia, abierta las 24 horas.
Porque mi móvil no se ríe, no llora, no se desespera. Mi móvil no me toca, ni me da un achuchón cuando lo necesito, ni un abrazo, ni una caricia. Por más que me ponga morritos, nunca me ha besado. Tampoco se cabrea conmigo, no me reprende, no me ladra. No se sonroja ni mira hacia otro lado si me paso cuatro pueblos. No me habla con tono cortante para que me calle, ni en tono conciliador cuando quiere que le perdone. Mi móvil tiene el tacto frío y resbaloso. No tiene olor, no tiene aliento, no tiene piel que se le erice.
Porque a pesar de estar en comunicación con todo el mundo, nunca me he sentido tan incomunicada.

Y luego están las miradas. ¿Te acuerdas cuando una mirada lo decía todo? ¿Te acuerdas cuando compartíamos miradas?



Pues eso tía. Que si alguna vez quieres hablar conmigo, ya sabes dónde estoy.


Feliz puente de Andalusía!!!







miércoles, 26 de febrero de 2014

Microrrelato de anoche

Las 11:33 de la noche. Se envolvió en su suave bata de terciopelo color camel. Había llegado el momento de su última cita con la noche antes de acostarse. Se dirigió a la mesa del comedor sobre la que había tirado su bolso unas horas antes como era su costumbre. Ella era una chica de costumbres desordenadas, pero no dejaban de ser costumbres al fin y al cabo. Cogió un cigarro de la caja dorada que guardaba en el bolso. Y luego se fue hasta la puerta del patio. ¿Cómo se encontraría la luna hoy? Hacía unos días que no le prestaba demasiada atención pero hoy se sentía selenita. Llevaba una sonrisa que quienes la conocían habrían definido como pícara. Pero nadie que la conociera la estaba viendo ahora. Y sí, era pícara. Porque esta noche, mientras fumara el último cigarro de su noche, compartiría con la luna pensamientos de versos y palabras y escritos tan extraordinarios que sentía que por primera vez algo colmaba su imaginación y sus anhelos hasta ahora sedientos. Abrió la caja de cerillas-

y con un suave tintineo quedaron todas desparramadas por el suelo, que es lo que tiene abrir una caja de cerillas del revés. Y de golpe Cenicienta volvió al planeta Tierra en su estado original de mamá en casi guatiné que había soñado por un momento que era musa pero como todos sabéis, las musas no se agachan para tantear el suelo de sus patios en la penumbra en busca de una de las cerillas que acaba de derramar.


No son buenos días, pero haremos un esfuerzo! Así que buenos días!!! :))

lunes, 24 de febrero de 2014

Villanos III

(voz de contestador) - Buenas tardes, esto es una llamada de G******* que usted ha programado. Pulse 1 si quiere que le pongamos con un comercial. Pulse 2 para mantener esta llamada en espera. Pulse 4 si quiere cancelar la llamada. Pulse 9 si-

Mirada relámpaga al reloj. Las 17:45. Debe estar al caer. Pero yo qué hago ahora Dios mío!!! Esto para qué era??? Seguro que me lo ha dicho largo y tendido a lo largo de estas semanas, creo recordar algo, pero ahora mismo soy incapaz de recordar nada que tenga que ver con lo que era. Y si me piden datos que yo no me sé??? Ay, Dios mío!!! A ver recordemos las opciones. Si le doy al 1, me van a pasar directamente con un comercial, y yo qué le digo Dios mío!! Si pulso 2, me mantendrán a la espera, eso me daría un margen de tiempo razonable para que llegara mi marido. Si pulso 4, cancelo la llamada y muestro así mi absoluta incapacidad para encargarme de nada relacionado con la economía de este hogar. Y qué era lo del 9, no he entendido nada de lo del 9. Y si cuelgo, ¿qué va a pasar? Si cuelgo no volverán a llamarnos nunca más, y una vez más la habré cagado, habré fracasado estrepitosamente como comiembra de esta comunidad familiar y ya son tantas. 

2

- Cuando esté dispuesto, dentro del tiempo límite establecido, pulse 1 y será atendido por un comercial... Cuando esté dispuesto, dentro del tiempo límite establecido, pulse 1 y será atendido por un comercial... Cuando esté dispuesto, dentro del tiempo límite establecido, pulse 1 y será atendido por un comercial... Cuando esté dispuesto, dentro del tiempo límite establecido, pulse 1 y será atendido por un comercial... Cuando esté dispuesto, dentro del tiempo límite establecido, pulse 1 y será atendido por un comercial... Cuando esté dispuesto, dentro del tiempo límite establecido, pulse 1 y será atendido por un comercial...

 Dios mío, y de cuánto será el tiempo ese establecido. Por más que deje el auricular encima del brazo del sofá lo sigo oyendo así que no me va a quedar más remedio que pulsar 1. Ay Dios mío, y este hombre sin llegar. ¿Sabéis lo que os digo nenas?? Que vuestro padre se está ganando una buena paliza esta tarde.

1

- Buenas tardes señora, ¿en qué puedo atenderle?
- Buenas tardes, buenoo, pues lo que le voy a confesar es un poco vergonzoso pero es que no tengo ni idea de por qué mi marido ha programado esta llamada a una hora a la que obviamente no iba a estar para que yo haga el ridículo más estrepitoso. Bueno realmente, no lo sé, creo que es por un seguro de vida pero es que no tengo ni idea, es mi marido el que se encarga de estas cosas. Está al caer, pero no sé por qué hoy está tardando tanto!!!
- Bueno señora, no se preocupe (al parecer no soy la primera), vamos a comprobar los datos de su marido. ¿Conoce el DNI de su marido?
- No, pero sé dónde guarda su carnet. ¿Puede esperar un segundo?
- Claro señora, a ver si damos lugar a que su marido llegue.

Leo con soltura el DNI de mi marido, de dos en dos cifras, como se lo he oído hacer a cientos de personas antes. Contesto a todas las preguntas personales. No, mire usted no es maestro, es dhgdefrgñiaf, jo, bueno, sí, venga es maestro, qué más da. No lleva moto, por supuesto que no. Claro que sí, todos los días va al gimnasio, de hecho está ahora mismo allí y no sé por qué no ha llegado aún hoy. 

Ahora me toca a mí. Y recito con soltura mi DNI de un número en uno, como los niños chicos en el cole, soy incapaz de decir mi número por decenas, soy patética, una inútil, pero cómo puedo estar ejerciendo un empleo. Yo también soy docente en un instituto, no maestra no, dhgdefrgñiaf, bueno, da igual, no, no llevo moto, no, no hago deporte, estoy todo el día sentada en un sofá esperando a que llame a mi puerta la inspiración! Y es arduo. No, ya lo sé, eso no justifica que no tenga ni idea de nada relacionado con la economía de esta casa, "capital a asegurar"???? le aseguro que no tengo ni idea, espere que voy a ver si mi marido lo ha dejado escrito en algún sitio. 


Y así tal cual salgo a la calle, con el cinturón del pantalón desabrochado, en calcetines, gracias a Dios, con ropa, parezco Homer Simpson con melena en serio, para ver por qué hoy precisamente tarda tanto en llegar mi marido. Pero no vislumbro su silueta en el horizonte. Jo. Vuelvo al aparato.

- Pues no hay rastro ni del capital ni de mi marido.
- No se preocupe señora, volveremos a llamar.
- ¿A las 6?
- Mire, mejor llamamos a las 6 y media para estar seguros de que su marido está.
- Jo, lo siento.

Ay....














Soledad

Soñó que una vez más estaba sola y primero le faltó el aire al respirar. Así que tuvo que ponerse a respirar con más esfuerzo, incluso en algunos momentos precisaba abrir la boca para lograr tragar una bocanada entera de aire. Pero sólo podía hacerlo cuando no la miraban porque cuando había alguien delante, tenía que fingir que seguía respirando con normalidad y se tenía que contentar con respirar a pequeños sorbos y eso hacía que poco a poco se fuera sintiendo sin fuerzas y poco a poco sus pasos y sus gestos se fueron ralentizando. También pudo sentir cómo las piernas le iban flaqueando lentamente, pero no tenía más remedio que mantenerse en pie. No había manera de poder dejarse caer. Así que se concentró en aguantar y mantener el equilibrio sin tambalearse cuando había gente delante. Y sin respirar. Y eso hizo que prefiriera permanecer sentada la mayor parte del tiempo. Sintió cómo la sonrisa se le borraba de la cara, y de todos modos qué motivo había para sonreír, pero entonces cuando la miraban, respondía tímidamente agradeciendo con los ojos que algo le había tenido que sentar mal o que estaba cansada y que alguien como ella sólo podía estar bien. Sintió ganas de llorar y de gritar, y entonces pensó que lo mejor que podía hacer era ponerse a escribir. Nadie se extrañaba nunca si lloraba cuando escribía.

Y entonces, como ocurre en los cuentos y en los sueños, despertó. Y nada de lo que había soñado parecía haber ocurrido de verdad. Pero ella sabía que algo tenía que haber ocurrido porque le dolía el lado derecho del pecho al respirar.

sábado, 22 de febrero de 2014

El vecindario

Sí. Escribir era probablemente lo que menos me apetecía hacer. De hecho, lo único que me apetece de verdad es no hacer nada más que pasarla. Como quien pasa una enfermedad o un estado febril. ¿Cómo es posible que a mi edad siga teniendo que pasar por momentos como este? En serio, pensaba que una de las ventajas de la adultez era la ausencia absoluta de embrollos preadolescentes de los que crees que van a acabar con tu mundo. Pues no. Y además ahora me he hecho follower en twitter de una barbie a la que siguen kilos de chicas de mi misma edad mental ávidas de frases lapidarias con las que adornar sus agendas escolares.Yupi por mi madurez y yo o mí.

Claro, que por otro lado, escribir es una de esas escasas cosas que todavía no se me dan mal del todo. Eso y hacer bebés bonitos. Menudo currículum. Estoy hecha polvo y cuando lo estoy, mi sarcasmo aflora así que no llamen todavía a los servicios de salud mental.

Mientras tomábamos café, ha surgido el tema y desde la apatía me han entrado ganas de escribirlo. 

Mi vecindario. Nunca lo he mencionado hasta la fecha, al menos de forma explícita. 

Cuando la cuento, nadie se cree nunca la extraña fauna que puebla mi calle. Empezando por mí, claro. Es variopinta, prolífica en géneros, clases y razas, un auténtico paradigma de la diversidad y para qué nos vamos a engañar, del frikismo también. Empezando por mí, por si no había quedado claro. Y también es ruidosa, absoluta y tajantemente ruidosa, en constante alboroto. 

Uno de mis sonidos favoritos es el del coche del reggaeton turco. Primero el ligero temblor de los cristales al ritmo de un tam-tam lejano, y poco a poco el temblor y el tam-tam se van recrudeciendo hasta hacer peligrar la integridad de mis ventanas y de toda la casa que se mueven frenéticamente al compás de un endiablado y sabrosón reggaeton.

A veces cuando lo oigo llegar, no puedo evitar soñar despierta que en una vida paralela en la que soy una choni, estoy incondicionalmente enganchada a ese coche azul violáceo eléctrico del que sale el atronador reggaeton de toda la vida cantado en lo que debe ser turco porque no he logrado entender nunca ni una palabra. No, definitivamente, no es ni la altura desgarbada, ni esa sonrisa de dientes enormes y nariz aguileña, ni ese fino bigotillo a lo Clark Gable del conductor a medio camino entre el cine de los Coen y Ken Loach. Lo que me fascina de mi vecino es su coche, su música, las tropecientas maniobras que realiza al aparcar que hace que se prolongue el placer de escuchar su música al infinito y la relación tan íntima que se ha establecido entre todos ellos. 

Porque desde que se sacó el carnet y descubrió el fantástico universo del automóvil, mi vecino sólo existe por su coche, toda su vida gira en torno a su estrenduoso vehículo mientras su mujer y sus hijos se han adaptado a la perfección a su otra vida sin él. Al menos la viven aparentemente con normalidad. El niño mayor le ha salido un pelín bigardo. Pero bueno. Nadie es perfecto. Y todo iba sobre ruedas, sobre todo las del coche con BSO arábigocaribeña, hasta que el otro día desembarcaron el abuelo y el padrino del niño. Han venido libremente o solicitados para encargarse del niño, eso no lo sabemos. Dicen del abuelo que es un hombre fuerte, duro, desterrado de un gulag y que ha informado a las autoridades competentes de su malestar por el comportamiento del niño cuando él sabe bien lo que es educación, que estudió bajo el comunismo allá en el país del este del que proceden.

Y mientras platicábamos sobre esto y aquello tomando café, he querido recordar cuándo fue la última vez que escuché reggaeton turco.



(Me ha costado esta vez. Agonía, pongamos que este es el punto cero).



jueves, 20 de febrero de 2014

Les chemins de la vigne sont inénarrables.

Así es como se lo enseñé a Cris, mucho antes de que emprendiera su aventura hacia México.

Y ¿por qué la emprendió? Pues por eso mismo, porque "les chemins de la vigne sont inénarrables". Como código de conducta, no hay que plantearse nunca el porqué de las cosas que ocurren, simplemente aguardar el momento en que queda desvelado, resultando siempre insultantemente distinto a cualquier cosa que pudieras haber imaginado. 

No recuerdo cuándo surgió el axioma. Sé que fue, porque veo a Cris sentada frente a mí pronunciándolo en tono burlón con su sonrisa, la sonrisa de Cris, en una de nuestras reuniones, alrededor de unos tercios en el bar de siempre, un "enséñame francés" con una réplica jocosa a lo "les chemins de la vigne sont inénarrables".

Echo de menos aquellas reuniones. Nos echo de menos, tan a menudo que me daría pudor confesároslo. Hoy he recibido, agarraos bien a las sillas chicas, no os lo vais a creer, y vais a alucinar como yo, un mensaje de un chico o puede incluso que sea chica, no lo sé, pero que escribe, no podéis imaginar cómo lo hace, es impresionante, y me he puesto en plan loca total, en plan "no me lo puedo creer, ¿es a mí en serio?". Que soy yo. Ya me conocéis. Y mientras se lo contaba a unos dobles que tengo yo por aquí para suplir vuestra ausencia, os he echado de menos porque sé que os habríais puesto igual de locas que yo.

El cómo he llegado hasta aquí, pues como siempre se llega a todas partes, por la calle del desengaño supongo. Pero ahora estoy aquí y es tal cual lo repetimos tantas veces, "les chemins de la vigne sont inénarrables". ¿O eran inescrutables?

Besitos de casi viernes!! 



miércoles, 19 de febrero de 2014

Pequeñas noticias locales (II)

Despertar complicado con resaca. O mejor dicho la resaca como único elemento destacable del día. Y todo por media botella de vino apadrinado por  Emilio Moro que por culpa del martilleo incesante que me produce en el cráneo afirmo que no está al nivel. No soy sommelière, sólo distingo un buen caldo por dos cosas, que me pueda beber dos copas seguidas sin fruncir el ceño y que no tenga resaca al día siguiente. Todo lo demás son chumineces inalcanzables.

A un despertar complicado le suele seguir un comienzo difícil, con un desarrollo incierto y un solo objetivo real, el final del día y cuanto antes por favor. Llegada al insti sorpresiva por el simple hecho de llegar, mismamente, parada en boxes/conserjería donde informo de mi estado deplorable de borracha nocturna, porque sé que a mi Rosi le hace gracia verme así, y yo por una sonrisa mato o muero, que en este caso es más bien lo segundo y entonces es cuando ME ENTERO, OH DIOS MÍO, que anoche hubo tiros. En la calle de siempre. La suya. Disparos a eso de las diez y media de la noche. Cara de póker. A esa hora estaba viendo el capítulo octavo de la quinta y última temporada de Breaking Bad con los cascos puestos e intentando centrarme en otra cosa que no fuera el mareo. Qué porquería de vino.

Todo el mundo pregunta. Lo siento. No sé nada. Yo siempre me entero de todo la última. Pero en el fondo tiene su lógica. El alcalde les ha montado un pleno para echarlos del pueblo. Después de eso, una de dos o te metes el rabo entre las piernas y renuncias a tu sustento o marcas tu territorio pegando tiros al aire un martes por la noche.

No sé ni la cara que tienen. Si me cruzara con ellos, no lo sabría. Camuflada de don nadie mientras iba a por tabaco y a sacar dinero, esa es la pregunta que me he hecho con cada uno de los viandantes y los coches con los que me he cruzado. Hay más coches patrullas. O es el mismo pero que da más vueltas que de costumbre. ¿Dónde estarán ahora? Mi mente con vocación detectivesco-criminal me dice que están planeando el siguiente paso, fijo.

Seguía camuflada de don nadie cuando he ido a comprar el arroz para mañana y aquella mujer ha bajado un poco el tono de voz cuando se ha cruzado con mi mirada. Cara de pocos amigos no, señora, esto se llama resaca y hace tiempo que no tenía una como esta. No tema usted y despotrique todo lo que quiera, estoy ávida de detalles. Además me da gusto oír que hablan ustedes todos del tema. Antes, cuando ellos aun no se habían marchado para volver ahora, la gente no hablaba de esto a cara descubierta, me acuerdo yo de cómo todo el mundo se callaba. Ahora apenas si te miran de reojo cuando irrumpes en la tienda en plena batalla dialéctica.

Puede que en todo este tiempo, la gente se haya acostumbrado a no tener miedo y a no ser amenazados ni extorsionados y si es así, les va a costar trabajo dar ese paso atrás.
Tras los disparos de anoche, a estas horas aún no se ha procedido a ninguna detención.


lunes, 17 de febrero de 2014

la lagartija

Querido Papá que me sigue leyendo día tras día,

Imagino tu cara de sorpresa y de espanto esta tarde al leer mi última entrada después de muchos días, por su carácter ligeramente erótico al que te tengo tan poco acostumbrado. Y no es que sea mi intención insinuar en ningún momento que Mamá y tú sois de los que se escandalizan con este tipo de lecturas; aún recuerdo aquel "La Bicyclette bleue" que Mamá subía a lo más alto de la biblioteca pensando que así no lo alcanzaríamos, bueno, y te refrezco la memoria por si has olvidado que fuiste tú quien me dejó leer "La faute de l'abbé Mouret". 

Todo esto no justifica el soponcio que he sentido hoy por segunda vez al publicar algo de ese estilo pero no tenía más elección que hacerlo. Y hace un momento, reflexionando sobre el porqué, me he acordado de la lagartija otra vez.

Tendría unos trece años. Aquella zagala, alumna como yo del colegio Jeanne d'Arc de Genas Azieu, la había tomado conmigo. Bueno, ¿y quién no? Admitámoslo, no era lo que se dice la más popular. Aún hoy no me explico cómo sobreviví a aquella época la verdad. El caso es que cada vez que me veía me cantaba la canción de inicio de "Zora la rousse", una serie B de adolescentes rebeldes yugoslavos. Sí, soy pelirroja. Es lo único que tenía en común con la prota Zora. Y algo que me parece tan nimio ahora me exasperó hasta tal punto entonces que un día, una de mis "amigas", qué buenas amigas eran, cogió una lagartija y me la tendió para que se la tirara a la coplera. ¿Creéis que me lo pensé dos veces? Ni una vez siquiera. Me acerqué a la que ya me estaba cantando y le dije que o dejaba de llamarme Zora la pelirroja o le tiraba la lagartija. Me dijo que si le tiraba la lagartija, me pegaba un puñetazo. Y fue todo en uno, lanzar la lagartija y asestar el puñetazo. Acabamos las dos en el despacho de la directora Sor Miriam. Aquella noche creo que no te diste cuenta del golpe que llevaba en la sien porque lo intenté ocultar con el pelo y creo que Mamá lo sabía pero que no dijo nada. O puede que sí te dieras cuenta  y que se armara la de Dios. Aunque mis recuerdos son difusos ahora.

Pero sigo pensando que hay momentos en que merece la pena tirar una lagartija para que algunos se callen la boca un segundo aunque acto seguido el puñetazo te lo lleves. 

¿Tiene sentido? Buuufff...

Buenas noches,

Whatsapp

- Me gustaría pedirte un favor.

Te pido que la próxima vez que me mandes un mensaje, no me digas que acabas de salir de la ducha, con esa indolencia tuya tan inocente. Como si no hubieras roto un plato en tu vida. Esa clase de indolencia que sin querer, quiere, pero en el fondo no quiere y hiere y mata sin yo provocarla.

Como si no supieras que en cuanto he leído tus palabras, estaba junto a ti, frente al espejo, tan cerca de ti que no me explico cómo no te has estremecido cuando te he echado mi cálido aliento sobre tu espalda desnuda.

Como si no supieras que mientras me tecleabas con indiferencia tu mensaje, estaba ahí, observando cómo aquella gota se desprendía de tu pelo encrespado y todavía mojado y resbalaba despacio hasta quedar suspendida en la corva que forma tu cuello con tu hombro, a tan sólo unos milímetros de mis labios sedientos de tu piel.

Estaba a tu lado, observando tu cuerpo desnudo a través del espejo, aguantando a duras penas mi resuello al tenerte tan cerca, mientras tú te contemplabas sin darte cuenta, te tocabas y te secabas con la toalla, ajeno indiferente a la voracidad de mi mirada.


- Acabo de salir de la ducha. Dime qué era tan urgente.              
- Nada... No lo recuerdo.

jueves, 13 de febrero de 2014

Phèdre et Hippolythe

Acaba de pasar por debajo de mi ventana  y en cuanto mis ojos han sido incapaces de seguirlo, el tiempo se ha vuelto inútil otra vez. 

Y no seré nada hasta que lo vea de nuevo. 

No puedo estar sin él. Cada hora que pasa que no lo tengo, siento que muero un poco. Lo único que me mantiene viva ahora es que dentro de un rato subiré a la atalaya y desde allí, tranquila, sin que nadie lo sepa, podré observarlo paseando por la orilla del mar, como lo hace a cada atardecer.

¿Sabrá lo hermoso que es? Creo que no lo sabe. No lo sabe. Tiene esa mirada vacía de los solitarios, de los no amados, de los infelices. Si supiera que lo amo, se sabría hermoso. Y cuando lo descubriera, sus ojos no tendrían más remedio que sonreír triunfantes sobre mi derrota por lo que siento.

Gracias a Dios, por ahora cree que le odio. Y me va la vida en que nunca descubra que le amo con toda mi alma.

Puede que esa sea la tristeza que refleja su rostro. Puede que él sí me ame y se crea no correspondido. Ya está. Mi mente enferma vuelve a divagar. Me viste la infamia de anhelada esperanza. Quiere verme caer. Quiere hacerme creer en lo no creíble para que acabe delatando lo que siento. Pero no lo haré jamás. Que crea que lo detesto antes de que sepa que lo amo. Incluso preferiría la muerte antes de que lo supiera. No quiero, no puedo. No. No. 

Y sin embargo lo amo. Tanto que me conformo con verlo feliz desde mi atalaya. Daría tanto por verlo reír como antes. 

Acaba de pasar por debajo de mi ventana y apenas me ha dado tiempo a contemplar sus dulces rasgos. Se ha parado un instante a hablar con Théramène. He oído el flujo de su voz sin ser capaz de distinguir una sola palabra. Hablaban tan bajo. Ya ni siquiera me está permitido oír su voz ahora, cuando recuerdo un tiempo no tan lejano que inconscientemente desperdicié. Un tiempo en que disfrutábamos de la compañía del otro, un tiempo en el que nos divertía tanto ser madre e hijo. Éramos tan felices entonces.

Maldito seas tú que me has infundido este amor tan maldito como tú. Maldito mil veces. Ardas en el infierno en el que me has hundido y que pueda verte con mis propios ojos padecer la mitad de lo que yo padezco.
Él nunca sabrá que le busco siempre. Que aunque no me vea, yo lo observo siempre, que conozco cada uno de sus gestos, que adoro cada uno de ellos, y es tan hermoso. Y nunca sabrá que todas las noches me desvelo con el roce imaginario de sus labios. Los más hermosos, suaves y carnosos que he visto nunca. Y que no me vuelvo a dormir imaginando que está durmiendo a mi lado. Imaginando un mundo en el que Phèdre e Hippolythe se aman al fin.

lunes, 10 de febrero de 2014

Insane (II)

El viento lleva tantos días soplando que ya no distingo bien mis propios actos de los que él me obliga a cometer.

Añoro ahora la serena brisa del jueves que se divertía enmarañándome la melena.

Pero esta noche ha sido la peor de todas. Conforme avanzaba la madrugada ha ido arreciando, llevándose por delante ventanas, arrancando arbustos, tirando contenedores y todo lo que se le ha puesto en medio.

Yo lo he oído esta noche. He podido sentir perfectamente cómo a medida que pasaban las horas, iba golpeando cada vez con más insistencia mi ventana. Y únicamente protegida por el cristal y la persiana de mi ventana, me he refugiado debajo del edredón mientras oía cómo rugía en la calle, un grito que era aliento y aire, hondo y sordo de mucho odio y de mucha rabia, oía cómo él intentaba colar a puñetazos sus tentáculos de aire por las rendijas de la caja de la persiana.

No es el aire de ayer. Es mucho más violento y aterrador. Lo noto en cada una de sus sacudidas, en cada uno de sus aullidos, lo noto en cómo se va ensanchando el agujero que siento en el estómago y cómo me arde.

Atenta a él, cuando creo que está amainando de pronto brama con más furia contra los batientes, la emprende a golpes, quiere entrar como sea, tengo miedo, puede que quiera que me enfrente a él, que salga ahí fuera. Pero no puedo salir, me arde el estómago. A duras penas puedo respirar y en cada una de sus embestidas el agujero se ensancha.


Mi tía ha llamado hace un momento. En la consulta del médico dos mujeres han llegado mareadas y medio desmayadas. Al parecer ha sido por culpa del viento. Es el aire, este aire, que de vez en cuando se lleva a alguno por delante. 


domingo, 9 de febrero de 2014

¡¡Mis Propios Liebster Awards!!

Hello my friends,
Este post es absolutamente extraordinario, no acostumbro a este tipo de entradas de las que se dirigen de verdad a una persona física al otro lado de su pantalla (que no sea mi padre, of course) y a la que quiero dar las gracias por nominar este mi querido y adorado Blog.

Así que desde ya, un millón de gracias a Charlotte Bennet, ¡¡por nominarme!!!
(http://el-rincon-de-ejbennet.blogspot.com.es/2014/02/y-los-blogs-nominados-son.html)

No sé si Charlotte será consciente de mi torpeza al moverme en este mundo hecho de círculos pero intentaré no defraudarla.

Los Liebsters Awards son como un guiño que se hacen los blogueros entre sí. (Como buena cotilla que soy he husmeado por ahí, sí)

Consiste en "mencionar y contestar a las 11 preguntas del blog que te ha nominado, crear tus propias 11 preguntas y nominar a otros  11 blogs con menos de doscientos seguidores" (Charlotte dixit), lo cual es exactamente lo que voy a hacer, esperando que un día mis blogs elegidos respondan también a mi nominación.  


Aquí van mis once respuestas para Charlotte:


-Un libro. 
La Conjura de los Necios.


-Un personaje.
Benjamin Malaussène.
 

-Novela romántica, histórica o fantástica. Justifica tu respuesta.
La verdad es que ninguna. Lo mío son las novelas de humor y las policíacas. Pero si tengo que elegir, escojo la fantástica. Soy adepta del Señor de los Anillos y por una morbosa curiosidad que siento por saber por qué Juego de Tronos ha despertado tanto interés no me importaría leerlo todo.


-Autor o autora preferid@.
Charles Baudelaire. 
  

-Título de tu película predilecta.
El Señor de los Anillos. (la trilogía completa) 


-Un color.
El negro.
 

-Una virtud.
La voluntad.
 

-Un defecto.
Todos. El mayor, la ira. 


-Poesía o relato.  Justifica tu respuesta.
Relato. Me gusta contar historias y que me las cuenten.
 

-Una ciudad en la que perderte.
Cualquiera que se encuentre en la Route 66.
 

-Título de la canción o grupo musical que más te guste.
Era fan de A-Ha y de Morten Harket en mis tiempos mozos. Nadie ha vuelto a ocupar ese puesto en mi corazón.

Y Mis Once Blogs Nominados son:

Y mis once preguntas para ellos son (redoble de tambor):
1) Escribir en un blog, ¿para qué?
2) Tu heroína de ficción favorita.
3) Tu villano de ficción más odiado.
4) ¿Cuál es el escritor o escritora hispanohablante que más has devorado?
5) De ser una obra literaria, ¿a qué género pertenecerías?
6) Dentro del género teatral, ¿cuál es tu obra favorita?
7) Mi segundo género literario predilecto es la novela corta. ¿Alguna novela corta que te haya resultado fascinante?
8) Un, dos, tres, sin pensar, el libro que te llevarías a una isla desierta.
9) Un lugar en el que te esconderías de este interrogatorio.
10) Una fobia.
11) Una filia.

Espero que les haga la misma ilusión a los agraciados que a mí. ¡¡¡Gracias de nuevo a Charlotte!!!

Un abrazo fuertote a tod@s,

Desazón

Abro los ojos. 

Los cierro.

Vuelvo a abrir los ojos.

Hace un par de noches me levanté por curiosidad. Quería conocer el rostro de quien me despertaba todas las noches a la misma hora. Bajé al salón descalza. Encendí la luz. Miré el reloj. Eran las 4:51. Después de muchas semanas, había averiguado al fin la hora a la que viene a visitarme. Cada noche viene y me despierta. Desde hace semanas. Le importa poco encontrarme dormida. Se acerca, me despierta, y debo estar en mi sueño más profundo porque no recuerdo nunca cómo lo hace. Sólo me encuentro inesperadamente despierta. Abro los ojos. Es de noche. Los cierro, me hago la dormida, pero él sabe que estoy despierta y empieza a hablarme, siempre de lo mismo, siempre la misma historia, estoy harta de esa historia, no hay nada que pueda hacer, ya no quiero hacer nada, por qué me vuelves a calentar la cabeza una y otra vez, soy feliz, mírame, soy feliz, y si no lo fuera, serías el último al que acudiría, ya no necesito tus cuentos para no dormir, olvídame, búscate a otra o a otro a quién atormentar. Déjame en paz.

Abro los ojos. 

Los cierro.

Vuelvo a abrir los ojos. Por fin hay luz. Ya es de día. Esta noche he vencido yo.

CLASS OF "201..."






















Cada equis tiempo, surge una clase, un grupo, diferente a los demás, uno que consigue no se sabe muy bien cómo hacerse con tu corazoncito de profe. No, no se trata siempre del grupo más brillante, ni mucho menos, muy al contrario, si los críos de este grupo en concreto me sacan las canas verdes tres horas a la semana, no he visto grupo más negativo, más gandul, más perro, más "no sé hacerlo".

Llevo cuatro años con la mitad de ellos, tres con todos. Y cada vez que llego a clase me pasa algo extraordinario. Cada vez que entro, de pronto me teletransporto a un estudio de Malibú donde están rodando alguna de aquellas pelis para adolescentes de los 80. ¿Os acordáis de aquellas pelis? ¿El club de los cinco? ¿Admiradora secreta? Pues ahí están todos, desde el deportista guaperas hasta la chica solitaria. 

El guión de la peli es muy sencillo. Mi grupo, el de los flojos, ha hecho piña y son muy grandes y muy felices, mucho más que los listos y populares, a los que acabarán ganando in extremis en alguno de esos concursos imposibles que salían en las pelis. 

Cada uno de ellos es absolutamente singular, tan singular que incluso podría parecer que exagera su papel, y cada uno conforma la pieza de un puzzle muy complicado de ensamblar en el cual han aprendido a encajar. Y el conjunto funciona gracias a cada una de sus piezas. Y adoro a cada una de esas piezas por su singularidad y por cómo ha sabido acoplarse al conjunto. Y durante tres horas a la semana, yo soy feliz con ellos. 

sábado, 8 de febrero de 2014

Pequeñas noticias locales

Estaba yo en el puesto de Tomás esta mañana. Hace más de un año que voy a su puesto de frutas y verduras en el mercaíllo que montan los sábados por la mañana a la vuelta de mi calle. Acababa de apartar una pequeña bolsa de présoles y estaba escogiendo los tomates raf, que a una servidora que es muy sibarita en lo que se refiere a comer le gustan con un chorro de aceite de oliva de la Jata y unas cuantas escamas de sal.

No tenía prisa y además había concurrencia a esas horas tardías. Las once de la mañana ya se me hace muy tarde para ir al mercado, acostumbrada a ir por lo usual recién amanecido. Pero hoy es un sábado por la mañana sin prisas ni agobios. Así que hoy no me iba a pelear con ninguna de mis convecinas para ver a quién atendía antes Tomás y estaba echándole un vistazo a la mercancía que es así como de costumbre suelo comprar. A ojo. Me han llamado la atención unos hermosos pomelos de un color amarillo pastel tirando a rosado, cuando de pronto un estruendo ha silenciado a todos los que estábamos allí congregados mientras girábamos al unísono las miradas hacia el lugar de donde procedía el ruido.

- ¡Se ha caído un muro!
- No, ha sido el puesto de los churros- he dicho yo.
- No, ¡que ha sido un muro!- la mujer a mi lado, un poco mayor que yo, rubia de pelo corto y con gafas, tan igual a tantas que no la reconozco, lo repite con un punto de agudo en la voz,
- No, ha sido un puesto de la ropa, allí más allá de las plantas, el viento se lo ha llevado-, esta vez quien opina es un señor de mediana edad y de etnia gitana a mi lado.

Seguíamos sin movernos de allí y a lo lejos observaba cómo la mujer del puesto de los churros luchaba con las patas metálicas del toldo, un toldo recién estrenado además, lo he visto desde la ventana de mi casa cuando me he levantado, con un "CHURRERÍA" que lucía en lo alto, para retirar la tela de encima del puesto sobre el que se había desplomado. 

- Ha sido el puesto de la ropa- repite él,
- No, ha sido el de los churros- repito yo.

Y poco a poco bajamos la guardia y dejamos de mirar nuestro punto fijo y la vista se pone a mirar hacia donde dicen los demás y vemos que han sido los dos puestos los que se han derrumbado, que hay gente que va y viene sin prisas, de un lado para otro ayudando a que los dos puestos vuelvan a la normalidad cuanto antes mientras en los demás puestos se afanan en atar firmemente las cuerdas que sujetan los toldos de tela o en quitarlos para evitar que otro golpe de aire se los lleve; una mujer viene de allí y al pasar por detrás de nosotros asegura que podría haber pasado algo pero que al final no ha pasado nada. Y el que se ha dado cuenta de que había sido el puesto de la ropa se pregunta cómo es posible con la buena mañana que había amanecido que el viento se haya levantado de aquella manera. Detrás de nosotros, el viento con sus sacudidas amenaza con abatir sobre nuestras cabezas las ramas más altas de los eucaliptos. El mismo viento que azota día sí día también este lugar, he pensado yo, mientras me encojo dentro de mi anorak para guarecerme.


Y al final me he llevado un pomelo.

¡Feliz sábado!

viernes, 7 de febrero de 2014

Domingo

Se quitó la sudadera y se quedó en sujetador. De todos modos en la habitación hacía calor. Se miró en el espejo mientras se soltaba el elástico de la coleta y se quitaba las gafas que dejó encima de la balda del armario. Esparció su pelo largo y liso sobre los hombros desnudos y se aplicó en cepillarlo. Se enfundó los guantes de látex, cogió el peine a modo de lápiz y dibujó una raya que partió su melena en dos. Con una nuez entre los dedos, se embadurnó el cabello a ambos lados de la raya, lo masajeó despacio, y tras cerciorarse de que todo estaba untado de la crema oscura que acababa de preparar, volvió a peinarse otra raya, un poco más a la derecha. Sacudió de un golpe seco el bote, desparramando un poco de crema sobre las yemas enfundadas en los guantes y volvió a masajearse el pelo. Lo hacía lento. No había lugar a la prisa. Le gustaba tomarse su tiempo porque quería hacerlo bien. Siguió el mismo proceso una vez y luego otra. La raya peinada recta, la sacudida al bote de plástico, una pequeña dosis de crema untuosa en la punta de los dedos, el frotamiento. Cuando llegó a la oreja, se agachó sobre la bañera y se peinó la nuca hacia adelante dejando caer su melena manchada sobre la cerámica. Se frotaba despacio el pelo a ciegas, se lo peinaba desde la raíz hasta las puntas, lentamente, hasta que todo quedó pringoso, cubierto del ungüento de color caoba. Cuando acabó con la nuca, se levantó y al hacerlo, echó su pelo hacia atrás de un movimiento delicado de la cabeza. Peinaba una y otra vez su melena que ahora brillaba como si estuviera mojada. Se miraba al espejo mientras lo hacía. El aspecto húmedo del pelo le gustaba. Ahora parecía más espeso, más tupido, y le gustaba el color caoba que había tomado. Siempre quiso ser morena. Sonrió. Se hizo un moño alto y lo anudó con la capa de plástico rosa chicle que venía en la caja del tinte. Se puso la bata y salió.

Talento

Quisiera aprovechar esta ocasión que se me otorga para destacar mi inmensa capacidad para ponerme a escribir sobre penas y tribulaciones propias y arrancar casi ipso facto un chorro de lágrimas por todos los poros de mi ser con toda la parafernalia de mocos y sollozos. 

Soy al auto-llanto lo que otros a la eyaculación precoz. Impresionante. En este caso, podríamos hablar de talento.

Amistad

O cómo liarla parda en cinco minutos.


Estaba yo metida en mi bañera, con el agua a temperatura perfecta para hervir un huevo,

(sí, tengo el serio convencimiento de que alguna malograda tarde me encontrarán felizmente cocida, y no sé si les quedará claro que no se trataba en absoluto de suicidio)

dándole vueltas a la idea de dejar una entrada que acababa de publicar un rato antes y de título elocuentemente elocuente: amistad. Probablemente la historia de una amistad dichosa o por el contrario de una malograda,  tanto como el momento en el que me encontrarán cocida

(al vapor, que no engorda).

No la pude compartir, a pesar de la ironía, no la pude compartir por ese pánico que todos padecemos al sabernos frágiles, pánico a que nos sigan haciendo daño incluso después del "the end", a que hagan burla de nuestro dolor. No lo pude hacer y sin embargo sentía la necesidad imperiosa de compartir un momento que no quería olvidar con mi compañero de fatiga.

Y dándole vueltas, dándole vueltas, de pronto entendí que ante la duda debía dejarla en el cajón de los borradores.

(un maravilloso cajón de sastre donde guardamos nuestros incómodos secretos)

Venga, cogemos el wiko, nos metemos en el blogger, empezamos a darle a la pantallita para que marque la casilla al lado de la entrada, y la dichosa pantallita, tal vez bajo el influjo del vapor de agua, no contesta, los golpecitos se hacen un poco más insistentes, nada, que no quiere marcarse, y de pronto te ves como una loca golpeando furiosamente con una chispa de dedo una casilla diminuta hasta que de repente el blogger te anuncia "eliminando". ELIMINANDO EL QUÉEEEEE????? AAAARRRGGGG!!! Pero si sólo cinco minutos antes estaba yo cocinándome tan ricamente, ¿QUÉ HE HECHO DIOS MÍOOO???? Venga, no pierdo la esperanza. Tengo abierto el blogger 1 y el blogger 2, este no está actualizado, a lo mejor puedo engañar todavía al maldito aparato del demonio!!! Guardamos la entrada como borrador, comprobamos que aparece en el otro sitio como tal. Respiramos. 622 entradas. Dejamos el wiko encima del lavabo. Juramos que no volveremos a trastear el blogger desde el wiko cuando estemos al vapor. Ay... 622 entradas... ¿Cómo que 622 entradas??? Si eran 623 hace un segundo!!! Dios mío, qué he hecho??? Qué he borrado??? Secado de manos rápido-

(pero seguimos sin movernos de la bañera, la bañera como centro neurálgico de todas nuestras acciones)

- tengo la ligera sospecha que sea cual sea la entrada que he borrado, voy a sufrir mucho en este momento. Ala, toma ya. La erótica. Para una que escribo. Y no estaba tan mal. Incluso tenía +++, jo. Para una que escribo así, al garete!!! Me pongo a buscar páginas que me informen de cómo recuperar una entrada. Y todas parecen dirigidas a los más megachachis de todos que entienden de htlm y de hjp y de hpt y de blablabla!!! AAAAARRRGGGGHHHH!!!! Non é possibile!!!!

(el italiano es el idioma que mejor pega en estas situaciones)  

Así que salgo de la bañera como puedo

(esta vez he estado a punto de cocción)

y bajo las escaleras de cuatro en cuatro en busca de mi salvación.

Sólo me quedaba una cosa por hacer. Y vosotros también la sabéis.

Bendita sea la caché.

Alabado sea quien inventó la caché.

La caché salvó mi día.

Así que pase lo que pase, ahora tengo el convencimiento de que mientras haya caché, no todo estará perdido.


Feliz finde, sed buenos!!! Bises, bises, bises!!!





jueves, 6 de febrero de 2014

Pasos para poner una sonrisa en la cara (III)

Y como ocurre teniendo paciencia, a un día gris le suele seguir un magnífico y soleado día. Aunque nunca está de más darle un empujoncito para que salga. 

No obstante, confesaré que no pintaba tan claro a las ocho de la mañana cuando por ganas más que por necesidad a la que suscribe se le ocurrió la brillante idea de pronto y sin avisar de inaugurar el día con una lista de todo lo que había que echar en cara por la presente semana:
- porque YO he perdido un día de mi trabajo para llevar a la niña al médico
- porque YO  he aguantado estas tres últimas noches la tos de la niña
- porque YO he buscado el disfraz de fresa online para la niña
- porque teniendo tres horas libres, bueno, disculpa, dos, A MÍ me toca esta mañana ir a la unicaja para efectuar la transferencia del disfraz de la fresa y además andando porque vivimos en un pueblo donde es imposible aparcar en el centro antes de volver andando a la casa y coger el coche para ir a mi insti
- porque desde hace dos años YO le doy catequesis a la niña
- porque YO no dispongo de dos horas libres por las tardes para ir a expansionarme al gimnasio, 
- porque BLABLABLA-
(Ya digo, esto por ganas más que por una necesidad real)

Respuesta a todo: ¡Qué de buen humor nos hemos levantado esta mañana! 

Y antes de encontrar una respuesta contundente, ya había enfilado hacia la puerta por donde desapareció.

Entonces surge el monólogo interior de siempre. 

Tenías toda la razón al echarle todo eso en cara. faltaría más. hasta ahí podríamos llegar. Esto es un abuso. Por qué no remontarnos a la época troglodita o a la de la esclavitud y blablabla-

Todo ello amenizado con bonitos apelativos... Hasta que el monólogo se transforma en un momento dado no se sabe muy bien cómo en un mea culpa llorón. Y surgen los arrepentimientos. Y la verbórrea se transmuta en un tímido SMS o en dos. Y toca entonces esperar. Esperar a que el otro te haya perdonado para saber si a la vuelta a casa toca tragedia, comedia, romántica o bélica. 

Así que cuando en el recreo, el móvil ha sonado con su característico politono y he visto el nombre del hombre más antiredessociales que haya conocido jamás encima de un tímido whatsapp, me he percatado que había salido hoy un sol esplendoroso. 

Muy buenos días a todos, sonrisas a tutiplén!!!






miércoles, 5 de febrero de 2014

Estampas de este miércoles gris

Y pensar que es ahora que estoy viendo en la mtv "Chicas: manual de instrucciones" cuando me estoy riendo de verdad en todo el día. Sí, soy una superficial que se duerme con Punset y que es adicta a los programas más chorras y truculentos de la mtv, del divinity y del discover max. No de telecinco no, un respeto.

Día gris, de correr de un lado para otro como un pato mareado. De que nada ha salido como lo había planeado. De que nadie me ha hecho caso y se supone que la profe y la madre soy yo. Donde finalmente lo más productivo que he hecho ha sido una habitación miniatura de Lego con solarium sentada en el suelo de mi salón. 

Lamento tanto mis días grises en los que todos me sobráis porque seguro que me estoy perdiendo un mucho de vosotros, y eso me irrita aún más, maldito círculo vicioso, pero es que hay días en que me sobra todo el mundo. Y esos días deberían dejarme en paz conmigo misma porque no me queda más remedio que aguantarme.

Y no, no es la regla. Esa costumbre de tener que ir marcándole a la gente en sus agendas cuándo te visitan o no los ingleses. La odio. Además, si tuviera que echarle la culpa a mi ciclo menstrual cada vez que tengo un día down, hace tiempo que me habría desangrado como un chino.

Me he levantado con una frase grabada en la boca, la reminiscencia de un sueño tal vez, que se deja de querer por instinto. Un terrible y egoísta instinto de supervivencia o de protección o los dos a la vez que arrolla sentimientos y recuerdos. Y lo que queda entonces es sólo amargo. Puede que ese fuera el momento en que se torció el día.

Incluso cuando he vuelto por la tarde del pabellón y me he encontrado la sierra camaleónica que rodea esta zona, (es fea, muy fea, tiene un color parduzco y sólo le crecen matojos) pues nadie me creerá por no haberla visto, pero brillaba de oro, un semicerco dorado justo debajo del cielo, incluso entonces el asombro no ha logrado desensombrecer el día. Ya era tarde. Casi la seis. ¿Qué día puede arreglarse a esa hora?

Y luego, cuando he salido de la bañera, mientras me secaba, he oído el viento a través de la claraboya del cuarto de baño. Y el viento aullaba. Y justo un momento antes, me preguntaba cuánto estaríamos todos dispuestos a pagar por saber que el último adiós fue de verdad el último y qué de cosas se quedaron sin decir por no saberlo.

Voy a ver la Chica Invisible (nuevos capítulos, mtv). No quiero acostarme lloriqueando. Mi reino por una tableta de chocolate...

martes, 4 de febrero de 2014

A ritmo de Melendi

La sexta hora del martes era el paréntesis de su día. Los martes no le gustaban, era la tarde de la catequesis. Había caído en la cuenta que  le recordaban demasiado aquellas tardes de miércoles en Saint-Priest de hacía un millón de años cuando su madre las llevaba a la fuerza, obedientes, a su hermana y ella a la escuela de español, que era como lo llamaban ellas. Una vieja sala en un edificio decrépito, una sala con apariencia de aula llena de mapas y libros viejos donde sentadas en lo que aparentaban ser pupitres, con otros niños que sí parecían españoles, y no como ellas tan pelirrojas y tan blancas,  alguien del que no guardaba el más mínimo recuerdo ahora, ella que siempre gozó de tan buena memoria, les enseñaba esa lengua que se les atragantaba y que tanto odiaban los miércoles por las tardes. La única posesión que atesoraba, que tan cara le era y que era suya y de nadie más, su tiempo, expoliado por otros. Los martes por la tarde se sentía patalear por dentro, como aquella niña con ganas de salir corriendo.

Por lo general odiaba los martes. Este en concreto tenía sabor dulce y amargo, dulce por las palabras que había leído por la mañana alentándola, porque la habían admitido en ese grupo donde al parecer esperaban que volviera a escribir reivindicativa. Una vez lo había hecho en aquel portal pensando que podría cambiar el mundo. Y el mundo había cambiado a peor. Era también un martes amargo, porque después de muchos días, hoy tampoco lo había visto y no sabía si no era mejor que no volviera a verlo para que se siguieran queriendo como siempre lo hacían en la distancia.

La última hora del martes era la hora en que les daba alternativa, o AE, atención educativa como lo llamaban ahora. Cuando los ocho que estaban y que en el fondo eran iguales, con los mismos anhelos y los mismos temores, recuperaban un poco de su tiempo de ellos, cuando volvían a ser un poco ellos mismos, fuera del mundo, al ritmo que marcaban las canciones de Melendi.

lunes, 3 de febrero de 2014

Informando

... desde el nuevo frente.

Para ti que siempre estuviste aquí.


Puede que no fuerais muchos, incluso que fuerais escasos, pero estaba yo tan tranquila y confiada con vuestro silencio, confiada en que no lo estaba haciendo tan mal si seguíais ahí que aquella confianza me envalentonó para seguir e incluso multipliqué por cuatro mis entradas, escribía sobre todo y sobre nada, sobre las tonterías más tontas que me ocurrían en mi día a día, y me divertía y me reía y disfrutaba haciéndolo. Porque me sentía libre de hacer lo que me entraba en gana. 

Y entonces, un buen día, a decir verdad hace cuatro días de eso, me envalentoné tanto, o es que me aburría, yo qué sé, ¿ha habido algo en mi vida que haya hecho desde la reflexión?, no lo creo, y vosotros, los que lleváis leyéndome desde hace tanto que ya habréis empezado a conocerme, tampoco lo creéis, y de pronto me encontré con cientos de escritores que escriben y mucho, y que leen, y que son leídos, y que publican, y que interactúan, y de pronto, ante el más mínimo comentario que tengo que hacer me siento tan tonta y falta de palabras, no estoy segura de que estén siquiera ahí, me refiero a las palabras, y por lo menos me he puesto a leerlo todo, porque no quiero sonar a bluf, Dios mío, eso sería horrible, que esta gente entiende de palabras y sabrían reconocer si les intento engañar, Dios mío, con lo a gusto que estaba yo a solas conmigo y con vosotros, claro, pero vosotros no me decíais ni sí ni no sino más bien un haz lo que te plazca, y al final he acabado haciendo lo que me place, y lo que me place no es tan placentero como yo creía, un calentón pasajero de los que acaban saliendo caros a la larga. 

Pero no iba a abandonar a la primera, dichoso amor propio, y me he puesto a escribir entradas un poquito más trabajadas, y no sé si gustan o no, si es todo lo que puedo dar de mí, si soy esa, o si soy la de los jijis, la que contaba sus tonterías y se divertía haciéndolo, pero a quién le puede gustar los jijis, no lo sé, y ayer, Dios mío, ayer, lo que nunca pensé que haría, publicar aquí entradas eróticas, ya esa es la señal definitiva de que me estoy transformando en otra cosa pero la verdad es que no sé si eso es de verdad lo que quiero, o seguir aquí sola sin necesidad de preguntarme si esto es para lo que yo valgo. Seguir aquí sola sin necesitar la aprobación del otro.

En fin, lector fiel desde el principio, te agradezco tu infinita paciencia en este momento que he tenido de pánico y de hiperventilación,  y prometo seguir informándote de mis progresos y desilusiones como lo he hecho desde el principio.

Un besito de mi yo que hacía tiempo que no se sentía tan insegura como ahora y lo detesto,

El almendro

Un día, al pasar con el coche por la carretera dirección Arboleas, reparé en los almendros y me acordé de ti.

Entre matojos pardos y olivos plateados destacaban los almendros desnudos y negruzcos. Aquellos árboles artríticos formaban grotescas filas de cuerpos retorcidos que daban al cerro el aspecto de un camposanto de crucificados.

Sin embargo, semanas después, una fría mañana, el cadáver atormentado y famélico del almendro despertó inesperadamente en lo más crudo del invierno engalanado de la flor más tierna y bella,

Y el árbol caído se volvió tan bello por la flor más delicada que despertaba la admiración de todos los que por allí pasaban,

Y no era más bella y más tierna la flor si no por la fealdad de las ramas negras y huesudas que la portaban.


Así mismo, amigo mío, si tu me dejaras, cubriría tu camastro y tus labios y tus párpados de rosas del almendro para anticiparte la primavera y despertarte de este letargo en el que te hallas postrado. 




sábado, 1 de febrero de 2014

Duendes

Tarde de sábado de esas en las que no hay mucho que hacer, de las que aprovechan los amantes para refugiarse debajo de las mantas, y los solitarios para pasear su soledad por las calles.  Esas tardes que a mí me encantan. Porque en el fondo, lo que a mí me encanta es no tener nada que hacer. Tengo la tele puesta, esperando a que empiece la peli de algún caso verídico, porque en el fondo, esas  pelis me encantan. La tengo puesta a media voz, para escuchar a los duendes que han venido de visita y que se han subido al piso de arriba. Corren de un lado a otro sin cesar, a veces uno solo, otras veces todos, haciendo temblar el techo encima de nuestras cabezas y de vez en cuando también paran para hablar y hasta aquí llegan sus cuchicheos, sus cantos y sus risas con esas sus pequeñas y agudas voces de duendes.