domingo, 26 de mayo de 2013

Tablas

A noches demasiado cortas suelen suceder días absolutamente eternos.


Hay que joderse, como mayo se ha jodido con sus flores, la de noches toledanas que estoy pasando últimamente que se me están quitando las ganas de pisarla algún día. Y lo que viene a ser la Ley de Murphy, porque a mí no me pueden tocar los millones, no, sólo los exponentes del frikismo más surrealista, que por cierto se me olvidó ayer felicitarlos, necesitaba esta noche como agua de mayo, y mira que este mayo nos ha dado agua para hartarse, la necesitaba, para cargar las pilas ante una semana llena de eso que algunos llaman citas ineludibles. Y sobre todo, me habría gustado llegar al jueves como una princesa y no como un estropajo. O como una rosa, si se me permite el símil conmigo misma. Sí. Tengo yo también mis momentos princesas Disney pero creo que en esta ocasión me he precipitado al comprarme el vestido, bueno los dos, y debería haber seguido la tradición de dejarlo para el último momento y sentir de nuevo el subidón cenicienta y la emoción de conseguirlo in extremis. La pregunta, ahora que tengo el tinte echado, el vestido comprado y los tacones esperándome (son monísimos, so cute, los adoro, pero provocan esguinces con sólo mirarlos), ¿llegará el jueves y me iré de picos pardos? que no con picos pardos, que son cosas distintas. Puede que llegue al jueves tal y como lo planeo y que luego me arrepienta de haberlo logrado y que me aburra mortalmente, en plan otro bostezo así y me caigo para atrás de la silla, o que me toque míster o miss muermos a mi lado, o que yo sea mis'iz muermos y empiece a contar mis lacrimógenas historias, o que me siente mal el vino, o que haga algo espectacularmente ridículo como tirarme de mis plataformas en pleno vuelo, o que acabe arrinconada con mi wiko buscando compañía virtual que en cuanto a relaciones al parecer son las que mejor se me dan. There're so many variantes a la ecuación del jueves. Pero como cenicienta o como estropajo, tengo que llegar al jueves, y perdonad si no entendéis a qué viene la repentina levedad que luce mi ser pero me han crecido un par de enanos en el circo y por muchas tablas que una tenga no se acostumbra a los despipotes. Así que no me queda otra que tener la mente con su objetivo enfocado en un punto agradable más allá del horizonte circular de las horas que me aguardan hasta entonces. 


Uaaaa... creo que me va a costar hasta a mí entenderme... Et voilà!!


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